Miradas rusas sobre la guerra
Cuatro personas nacidas en Rusia pero afincadas en Gipuzkoa opinan sobre la invasión a Ucrania: «Es terrible. Quienes sufren son los civiles»
Diario Vasco, , 25-04-2022«Es terrible. Quienes sufren son los civiles». Así se manifiestan cuatro personas nacidas en Rusia, pero afincadas en Gipuzkoa. Ofrecen su opinión a DV sobre el ataque de su país a Ucrania. Destacan que nunca se puede justificar una invasión ni un bombardeo y que para la mayoría de los rusos Ucrania es un país hermano, por lo que el sufrimiento que sienten en su interior es aún mayor. Sobre la situación que viven en nuestro territorio como consecuencia de la guerra, uno de ellos destaca que sus hijos ayudan a niños ucranianos a integrarse en clase y admiten que han visto cómo algunos conocidos ya no les saludan en la calle, pero subrayan que son casos aislados.
Olga Koroteeva | Novosibirsk
«Mis hijos ayudan a niños ucranianos a integrarse en clase»
Olga Koroteeva defiende que «los problemas deben resolverse a través de la diplomacia».
Olga Koroteeva defiende que «los problemas deben resolverse a través de la diplomacia». / LUSA
La guerra es terrible. Los problemas deben resolverse a través de la diplomacia». Así de contundente se muestra Olga Koroteeva sobre la invasión rusa a Ucrania que comenzó hace ya casi dos meses, el pasado 24 de febrero. Afincada en San Sebastián pero natural de Novosibirsk (Rusia), Olga tacha todo tipo de guerras de «muy malas». «No esperaba que ocurriera esto y tampoco entiendo por qué está pasando», se sincera tras terminar su turno de trabajo en el centro de investigación Nanogune. Esta investigadora que ahora desarrolla su carrera profesional en San Sebastián asegura que la comunidad rusa en Donostia «está intentando ayudar a la población ucraniana. Todos tenemos parientes o amigos en Ucrania. Mi marido, por ejemplo, tiene allí a su familia. Para nosotros todo esto también es un lío. Es horroroso», asegura.
Durante este tiempo ha hecho todo lo que estaba en sus manos para poner su granito de arena y ayudar a la población ucraniana, tanto la que se ha quedado en el país como la que ha huido de los bombardeos. «En el cole, a mis hijos les dan lecciones sobre bullying», explica. «Tenemos ya un par de niños ucranianos que acaban de llegar a la escuela y mis hijos les ayudan a adaptarse», se enorgullece de sus pequeños. «El idioma es muy parecido» y es la mejor vía que han encontrado para que los recién llegados se integren a la perfección con sus nuevos compañeros, y qué mejor que hacerlo de la mano de los hijos de Olga. Y es que «en ningún momento nos hemos sentido discriminados por ser rusos. Somos rusos, pero estamos en contra de la guerra y la gente, normalmente, lo entiende».
La mejor forma que encuentra para explicar su solidaridad es el día a día que viven sus hijos desde hace un par de semanas. «Están en el cole ayudando a niños ucranianos. No hay agresión entre ellos. Ni odio. Lo contrario. Estamos tratando de ayudar, dándonos cuenta de que todos tenemos amigos y familiares en Ucrania. No nos hemos encontrado con intimidación por aquí». Quizá el único inconveniente sea el del idioma, pero cada vez habla mejor castellano.
Vladimir Merino | Moscú
«Nunca se puede justificar una invasión ni un bombardeo»
Vladimir Merino, en su última visita a Errenteria, esta Semana Santa.
Vladimir Merino, en su última visita a Errenteria, esta Semana Santa. / ARIZMENDI
Nacido a unos veinte kilómetros de Moscú, Vladimir Merino es hijo de una ‘niña de la guerra’. En la Guerra Civil su madre se exilió desde Errenteria a la entonces Unión Soviética con apenas once años y «tardó diecinueve en volver». En ese periodo de tiempo nació Vladimir, que pese a haber pasado su primer lustro de vida en lo que ahora se conoce como Rusia, a los 5 años se subió en un barco «que salió de Odesa y se llamaba ’Crimea’» rumbo a Gipuzkoa. Era 1956. Desde entonces ha vuelto a Rusia «como turista». «Tengo muchos vínculos afectivos con Rusia», asegura. Sin embargo, vive con la sensación de «haber nacido en un país que ya no existe, que es la Unión Soviética».
Su madre «siempre hablaba muy bien» de sus años allí, «de cómo trataron a los niños de la guerra». Quizá por eso, pese a haber olvidado el ruso, Vladimir guarda buenos recuerdos de su etapa allí. «Me produce mucha pena lo que está pasando» en Ucrania. «Yo lo llamo invasión, no guerra». ¿Pero por qué se ha llegado a este punto? «Una cosa es dar explicaciones de lo que está pasando y otra es justificarlo. Nunca se puede justificar una invasión. Nunca se puede bombardear». Precisamente los bombardeos que se han ido conociendo desde el 24 de febrero hacen que este escritor y amante de la literatura califique lo que está sucediendo como «un genocidio. Bombardear y destruir ciudades es un genocidio», asegura desde Errenteria, municipio en el que creció y que todavía visita a menudo pese a no residir ya allí.
«La gente con la que me rodeo me dice que mientras dure todo esto me van a a llamar Patxi en vez de Vladimir», ríe, y asegura que «en ningún momento» se ha sentido discriminado por haber nacido en Rusia. «La gran mayoría denuncia la invasión. Es increíble que en pleno siglo XXI esté pasando algo así. La literatura rusa siempre me ha conquistado mucho y ver que el país de Dostoyevski o Tolstói haya terminado haciendo esta barbaridad me genera una pena enorme», admite, e insiste en que «siempre ha habido un sentimiento de desunión de los ucranianos hacia Rusia».
Liana Gourdjia | Moscú
«Para Rusia, Ucrania es un país hermano. Estamos sufriendo»
Liana Goudjia, en el paseo de La Concha en San Sebastián.
Liana Goudjia, en el paseo de La Concha en San Sebastián.
Liana Gourdjia vive en estado de ‘shock’ desde que Rusia lanzó los primeros ataques contra Rusia. Esta profesora de violín en el centro superior de música del País Vasco Musikene está «sufriendo muchísimo» por la guerra. Natural de Moscú, llegó a Gipuzkoa hace tres años, dejando «muchos amigos en Ucrania», además de «parte de la familia. Muchos rusos tenemos familia en Ucrania, es muy común. Yo, por ejemplo, tengo a mis primos. Para mí todo lo que está pasando es muy difícil de gestionar. Está siendo una situación horrible», asegura.
Liana, «como todos» sus amigos rusos, está «en contra de esta guerra y de todas las guerras. Me acuerdo que al poco de que recibiera el pasaporte americano ella es ruso-americana empezó la guerra en Siria, sentí que era una vergüenza». Ahora le ocurre algo similar. «Para Rusia, Ucrania es un país hermano y lo que está pasando es muy doloroso también para los rusos. Es terrible», asegura Liana, que lleva once años viviendo en Europa tras residir otros once años en Estados Unidos. No obstante, todavía tiene a sus padres en Rusia.
En estos momentos «tan difíciles» se acuerda mucho de ellos. «En Rusia la vida tampoco es fácil y con esto lo único que hace el país es retroceder». Por eso, espera que la guerra «termine pronto», porque aparte de «todas las víctimas mortales que está dejando está siendo muy doloroso para todos, tanto para ucranianos como rusos. Todos salimos perjudicados de esto. No entiendo las ideas de Putin», dice.
Liana nunca se habría imaginado que el 24 de febrero sus primos en Ucrania fueran a verse envueltos en un sinvivir. «Me pilló por sorpresa. No me puedo creer que aún hoy en día se hagan estas cosas, con armas y muertes de por medio. Es todo una barbaridad». Hace un par de semanas participó en un concierto para ayudar a los refugiados ucranianos. Todas donaciones que recibieron por el festival ‘Onda bach’ en el Ayuntamiento de San Sebastián, del que fue directora artística, fueron destinadas a las víctimas.
Viacheslav Kobin | Vladimir
«Alguna persona ya no me saluda, pero son casos aislados»
Viacheslav Kobin, en Donostia, donde vive hace dos décadas. lusa
Viacheslav Kobin, en Donostia, donde vive hace dos décadas. lusa / LUSA
Viacheslav Kobin nació en Vladimir, una ciudad a 150 kilómetros de Moscú, pero lleva 22 años en Gipuzkoa, «ya soy más de aquí que de allí», bromea. Se enteró del comienzo de la guerra a través de una llamada de unos amigos. «Me dijeron, ‘¿habéis empezado la guerra?’. Y yo no sabía de qué hablaban. Enseguida me puse a informarme y desde entonces sigo la actualidad a través de diferentes canales de Youtube. Estoy atento a lo que está pasando», asegura. «La guerra no me gusta. Sufren los civiles y los militares son unos mandados», reflexiona.
Es más, pese a estar lejos de su Rusia natal, Viacheslav se ha visto de alguna manera afectado por la invasión rusa a Ucrania también en Donostia. «En algún momento alguna persona me ha dejado de saludar, pero han sido casos aislados». Por lo general, no obstante, su vida «apenas ha cambiado». Viacheslav es jugador de balonmano ahora está en el club de Hernani y por su profesión ha viajado mucho durante toda su vida.
«Tengo amigos en los dos lados. En Rusia y en Ucrania. La nacionalidad es lo de menos, lo importante es la gente», asegura. No tiene que irse muy lejos para poner en práctica su mantra. Su mujer «nació en Kazajistán, pero es ucraniana. Estamos viviendo juntos todo esto y tenemos la misma opinión al respecto: no le damos la razón a ninguno de los dos presidentes. No van a conseguir sentarse a hablar entre ellos. Quienes sufren en una guerra son los civiles. ¿Termina esto y luego qué pasa?», se plantea preocupado por la población ucraniana, donde todavía en la actualidad tiene muchos seres queridos.
Se enfrenta al futuro «con incertidumbre. Tengo un hermano y a mi madre en Rusia y en Ucrania a muchos amigos. En el Dombás llevan desde 2014 con bombardeos. No era como ahora, que se han intensificado y es más peligroso, pero hace tiempo que están en conflicto allí. Es algo que viene de antes, desde Crimea, y me preocupa cómo va a terminar. La verdad es que no me esperaba todo esto».
Olga Koroteeva defiende que «los problemas deben resolverse a través de la diplomacia». lusa
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