Los actos solidarios con Ucrania se suceden en distintos puntos del país y Madejas contra la Violencia Sexista se ha querido sumar a ello tejiendo 12 mantas para Ucrania. Con la ayuda de Lanas Katia, las mujeres de Astigarraga han querido aportar su granito de arena ante la situación que se está viviendo por la guerra, dado que hay cada vez más número de refugiados.

Madejas siempre ha trabajado en el concepto de cerrar puertas a la violencia sobre las mujeres y afirman que «la guerra tiene rostro de mujer». Aportan el dato de que el 90% de refugiados son mujeres y niños, «mujeres con identidad, profesión y sueños temporalmente suspendidos o ya perdidos para siempre». Tienen claro que se trata de mujeres que se van de su país «para salvar a sus hijos y que se quedan para cuidar a sus ancianos».

«Abandonar lo logrado durante toda una vida da paso al miedo, al trauma y a la pérdida de trabajo, de seres queridos y de estabilidad», añadiendo la preocupación por la vulnerabilidad de las mujeres y niños desplazados «ante los proxenetas que operan en el corazón de Europa y que las engañan con falsas promesas de ayuda». Las mujeres ucranianas ligadas por los contratos de vientre de alquiler «deben parir en plena guerra».

Además, con este proyecto, desde Madejas contra la Violencia Sexista no quieren olvidar a las mujeres de las otras guerras del mundo en este año 2022 o a las de Afganistán «donde los talibanes han prohibido que vuelvan a clase las estudiantes de secundaria y las universitarias».

Desde Madejas recuerdan que Hannah Arendt, judía alemana, escribía en el año 1943 en ‘Nosotros los refugiados’ lo siguiente: «perdimos nuestro hogar, es decir, la cotidianeidad de la vida familiar. Perdimos nuestra ocupación, es decir, la confianza de ser útiles en este mundo. Perdimos nuestra lengua, es decir, la naturalidad de las reacciones, la simplicidad de los gestos, la sencilla expresión de los sentimientos. Dejamos a nuestros parientes en los guetos polacos y nuestros mejores amigos han sido asesinados en campos de concentración, lo que equivale a la ruptura de nuestras vidas privadas». Ante ello, desde Madejas tienen claro que, por desgracia, «la historia se repite».