Un autobús con 61 refugiados ucranianos llegaba ayer a Irun tras dos días cruzando a Europa. Otro viaje impulsado por una red vasca de particulares que emplea tiempo y dinero (de donaciones privadas) en disponer recursos para traer a los desplazados del país invadido por Rusia, en su mayoría, mujeres y menores.

El Hotel Urdanibia Park del municipio fronterizo colabora con la red y sirve de punto de recepción en el que coordinar los siguientes pasos. Allí realizó Cruz Roja su mediación para gestionar los billetes de tren de las 25 personas que seguían camino, unas hacia Cataluña, el resto a Jerez de la Frontera. «Van a casas de amigos y familiares. Algunos de los 36 que se quedan en el País Vasco también. El problema es la situación del resto», advierte Marina García, que llegó en el autobús acompañando a los refugiados desde Polonia.

Otra voluntaria, Andrea Valoria, critica las dificultades que les ponen desde la administración. «Con la excusa de que no llegan por el cauce oficial, no activan los recursos de pernoctación temporal. La gran mentira es que no hay un cauce oficial por el que llegar», denuncia, y pide al Gobierno Vasco «que dé uso a los pisos que los particulares le han ofrecido porque no lo está haciendo y hay familias que llevan ya semanas metidas en un albergue».