Cita diaria online con el colegio de Kiev
Illia sigue a diario por internet las clases de su escuela en la capital de Ucrania junto a compañeros repartidos por Europa mientras acude a un centro donostiarra
Diario Vasco, , 01-04-2022Lleva cinco días yendo a clase en el colegio Mary Ward de Donostia y desde entonces sigue sus lecciones online con sus antiguos compañeros de Kiev. Muchos están repartidos por Europa, otros se encuentran en la frontera de algún país vecino, y algunos siguen en la capital ucraniana. Illia Rudenko tiene 12 años y salió de Kiev el mismo día que empezó la guerra con su madre, su hermano pequeño y su abuela. Desde el lunes tiene 26 nuevos compañeros que se desviven por que se sienta cómodo pese a que no habla ni castellano ni inglés.
Pasa el día con el móvil pegado a su mano y el traductor de Google se ha convertido en su mejor aliado para hacerse entender. «Utilizamos la traducción ruso-castellano porque habla perfectamente ruso», comenta su tutora, María Ripalda. Para ella tener a Illia en su clase está siendo «una locura pero también un reto», confiesa con una sonrisa totalmente pendiente de que el joven se sienta cómodo en todo momento.
«Lo más complicado ha sido ajustar los horarios online de su colegio con nuestra logística», cuenta. «Hay incluso días que tiene que estar conectado media hora antes de que empiece la jornada escolar en el centro». Lo único que respetan es el recreo, «para fomentar las relaciones», y las clases de gimnasia. «Le encanta, además le apasiona el fútbol».
Mientras Illia atiende a sus clases de Kiev con su tablet y sus auriculares, sus compañeros de Donostia siguen sus tareas normalmente. Cuando acaba, avisa a María y ella se encarga de ponerle tareas relacionadas con lo que ha hecho online o le guía para aprender castellano. «El aprendizaje de la lengua es prioritario para que se pueda desenvolver», apunta.
Illia responde muy brevemente cuando se le pregunta. De sus compañeros dice que están muy bien, y del colegio destaca que «camina mucho» durante el día. Sus nuevos amigos destacan que se ríe mucho, que es estudioso, aplicado y que bebe mucha agua. «Le acompaña siempre una botella de litro y medio», explica María. «Se está adaptando muy bien, es majo y se le ve tranquilo para todo lo que estará pasando».
La tutora destaca la buena voluntad de todo el colegio para que tanto Illia como su hermano de 4 años se sientan arropados. «Todos están poniendo mucho de su parte» y narra con emoción el primer momento de contacto. «El lunes bajamos a recibirles con dibujos, banderas de Ucrania, bienvenidas en su idioma y aplausos», señala. «Enseguida entró, sin reticencias, como uno más con la única limitación del idioma. Aunque le vamos cogiendo el truco», dice.
Illia cuenta con cuatro ‘embajadores’ en la clase, dos chicos y dos chicas, que son sus referentes. «Tienen permiso para tener el móvil para poder usar el traductor», explica María. «Iremos rotando en esa función porque todos quieren participar». Además, han creado un grupo de Telegram con todos los alumnos para que pueda hacer planes fuera del colegio. «Se arreglan bien con pantallazos del traductor. Tienen ya una lista de ideas para hacer con él, desde ir a un partido de la Real hasta dar una vuelta por la Concha».
«Tenemos que ir despacio»
La dirección del colegio conoce cuál ha sido su vivencia personal a través de su madre. «A él no le hemos querido preguntar nada. Cuando se sienta cómodo y quiera contarnos algo, lo hará», afirma su profesora. «Está muy pendiente de lo que ocurre en Kiev y me suele enseñar cosas que ve en noticias. Aparte de eso nada más». María sabe que tiene que hilar muy fino en el aspecto psicológico. «Tenemos que ir muy despacio, su padre se ha quedado allí y podemos remover cosas», añade.
Illia vive en Donostia en casa de Amaia, a la que toda su familia conocía desde hace tiempo. «Su madre es la hermana de un muy buen amigo de Kiev, y cuando estalló la guerra llamé y les dije que lo que hiciera falta», cuenta esta donostiarra que de la noche a la mañana se vio organizando camas en su casa. «Vinieron un total de siete personas, ahora solo está la familia de Illia porque los otros tres se trasladaron a Francia», explica. «Mi casa es grande y ya nos hemos hecho. Nos entendemos como podemos y ahora el menú se basa en comida ucraniana», comenta
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