La dura espera de los refugiados en su propio país

Los civiles que deambulan por Kiev confían en el avance del Ejército local para volver a sus casas lo antes posible

Diario Vasco, MIKEL AYESTARAN Enviado especial. Brovary, 28-03-2022

La plaza de Brovary se ha convertido en el punto de reunión de los miles de personas que escapan del frente este de Kiev. Se acercan cada mañana al edificio de la municipalidad para registrarse y pasar a formar parte de la lista de seis millones de ucranianos convertidos en desplazados internos por culpa de la guerra. Con este nombre se conoce a los refugiados dentro del país, vecinos que han tenido que dejar sus hogares y van de un lugar a otro en busca de refugio. Otros 3,5 millones de ucranianos han dado un paso más lejos y traspasado la frontera para encontrar acogida en otro país. Sin embargo, quienes se presentan en esta plaza cada mañana lo hacen porque esperan volver a sus casas cuanto antes y por ello se han alejado lo mínimo posible.

Las noticias sobre el avance de las fuerzas de Ucrania y el retroceso de los rusos a las afueras de la capital abren una puerta a la esperanza para todas estas personas. El Ejército a las órdenes de Moscú ha perdido posiciones al noreste de Kiev y en el flanco este se ha alejado otros quince kilómetros con lo que Lukyankovka vuelve a estar bajo control del Gobierno ucraniano. El avance de sus tropas en todo el anillo de la capital coincide con el anuncio del Ministerio de Defensa ruso sobre «el final de la primera etapa de la operación militar especial» lanzada en Ucrania el 24 de febrero y el inicio de una segunda etapa en la que el objetivo es «la liberación del Donbás». ¿Éxito de Ucrania o cambio de estrategia de Rusia? A los civiles lo que les preocupa es que callen las armas cuanto antes y se consolide de nuevo el control de las fuerzas ucranianas para poder recuperar sus vidas.

Volodímir no quiere hacerse falsas esperanzas y espera pacientemente su turno en la cola del registro. Los rusos entraron en su aldea y recuerda que «arrojaron una granada en casa de mis vecinos. Salvaron la vida porque estaban escondidos en el sótano». Desea contar al mundo lo que ha visto y sufrido, porque también ha sido testigo de la muerte de un joven matrimonio de su pueblo, Shevchenkove. «Fueron fusilados a tiros por los soldados rusos, que acribillaron el coche en el trataban de escapar», relata.
Volodímir tuvo la suerte de aprovechar la ventana abierta por un pasillo humanitario y abandonó su hogar al volante de su auomóvil. Desde entonces vive en casa de unos amigos que han dado cobijo a toda su familia de forma temporal. A sus 69 años da gracias a Dios por tener buena salud y no necesitar medicinas. En su caso espera el turno para registrase y poder estar informado en todo momento en caso de que los combates terminen y pueda retornar a su hogar.

La sirena antiaérea
A Irina la evacuaron junto a su familia de Bogdanovka, uno de los puntos donde los combates fueron más violentos, y ahora confía en recibir algún tipo de ayuda y medicinas porque padece cáncer. «Leímos una información en una web del Gobierno en la que prometían ayuda a los enfermos que podían alcanzar las 3.000 grivnas (unos 100 euros al cambio) para personas en mi situación. Sin embargo, llevamos aquí dos días y no hemos recibido nada. En la oficina nos dicen que ellos no saben nada de asistencia financiera», se lamenta, sin saber si podrá recibir su medicación.

LAS CLAVES
Sin rumbo fijo Más de seis millones de ucranianos se han convertido en refugiados dentro del propio país

Robos «Al irnos dejamos la puerta de cada abierta para que los rusos no la rompan cuando acuden a saquear»

Irina salió de casa con lo puesto y en mitad de los bombardeos. «Dejamos la puerta de casa abierta para que los rusos no la rompieran en los saqueos. Sabemos que destrozan las cercas y ventanas y entran en las viviendas para robar comida y todo lo que pueden».

En mitad de la espera, la frustración y la impotencia se mezclan con la ansiedad cuando empieza a sonar la sirena antiaérea. La guerra les persigue. La oficina postal más próxima hace las veces de refugio y allí se van reuniendo todos estos desplazados en compañía de los vecinos que quedan en Brovary a la espera de que pase la amenaza. Es un lugar oscuro y frío. La tensión acumulada de los últimos días, los nervios por un futuro incierto, hacen mella en los residentes. Una mujer rompe a llorar al ver a miembros de la prensa internacional y suplica a la OTAN que imponga de una vez el cierre del espacio aéreo. Se hace el silencio más largo en el búnker. Un silencio que calla hasta a la sirena. Nadie más abre la boca, las miradas gritan por sí solas.

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