Sé que a algunos, algunas y hasta a ‘algunes’ les escocería escuchar el mensaje que guardo en el móvil. Es la voz casi quebrada de mi amigo Pepo tras recorrer casi 3.000 kilómetros de ida con ayuda para los miles de refugiados que diariamente llegan a Polonia. A su lado viaja, turnándose al volante, Nacho. Y detrás en ese coche de vuelta hasta Madrid, mujeres, niños y hasta un perro. Cuando Pepo y Nacho regresen a sus casas, rendidos por el esfuerzo y las emociones, se tumbarán en la cama y se dirán con una sonrisa kilométrica, no ha sido nada, no somos especiales, había que hacerlo por esta gente. Es lo que toca. Y será una mentira con apariencia de verdad. Porque los polacos, «tíos, gente maravillosa», les contaron que Ucrania tiene frontera con siete países y «solo venís desde uno muy lejano, aquí sólo llegan españoles, todos los días, descargáis alimentos y medicinas y os lleváis a gente que necesita salir de aquí».

Supongo que acostumbrados a escuchar las sandeces de siempre a los inútiles de siempre, es normal que a Pepo y a Nacho se les hinche el pecho y graben desde el coche el mensaje donde repiten, ahí va lo que tanto os jode, «orgullosos de ser españoles», porque eso es para estarlo de centenares de compatriotas que emplean un tiempo que apenas tienen y un dinero que no les sobra en ser ángeles de la guarda de aquellos que necesitan ser rescatado del infierno desatado por el demonio de Putin en el corazón de Europa. Eso que Pepo siempre repite, «dit i fet», hay que ocuparse no preocuparse, que es lo que están haciendo españolitos de toda condición. Qué gran pueblo el nuestro pese al esperpento metido a galán de culebrón, dedicado a su miniserie y a agitar aún más avisperos, de Cataluña al Sahara, en vez de intentar estar a la altura del talón de sus gobernados. Ellos solos se han organizado, guasapeado a los amigos para montar la caravana, llenar los maleteros y sufragarse el costoso viaje para cumplir la misión que ellos mismos se han impuesto.

Y la han culminado con éxito, demostrando que lo peor que tenemos está sesteando en el Congreso, apoltronado en La Moncloa, o dando círculos de fracaso en fracaso. Seré ventajista, injusto y todo eso. Puede, pero también que en España se multiplican los Cid, qué grandes vasallos si tuvieran buen señor.