«Donde éramos ocho hay hueco para ser once»

Diario Vasco, MIGUEL VILLAMERIEL, 22-03-2022

La guerra que padece Ucrania y el sufrimiento de los ciudadanos que se ven obligados a dejar su país han provocado una ola de solidaridad en Gipuzkoa, donde decenas de particulares se han movilizado para llevar ayuda hasta la frontera o tratar de traerse a refugiados ucranianos a una zona segura de Europa. La semana pasada comenzaron a llegar los primeros autobuses y furgonetas fletados por diversas asociaciones solidarias y, en paralelo, hubo que activar una red de acogida improvisada para que los desplazados pudieran encontrar algo parecido a un hogar para reiniciar su vida. Para ello eran necesarias muchas familias que alojaran a los refugiados que empezaban a llegar y, una vez más, los guipuzcoanos han estado a la altura. La familia numerosa donostiarra que encabezan Alejandra Arrieta e Iván Gutiérrez es un ejemplo de que no existen obstáculos cuando la voluntad de ayudar es férrea.

Conviven con sus seis hijos menores de edad en su casa de Donostia, pero se han lanzado a acoger a una madre ucraniana y a sus dos hijos adolescentes que llegaron el pasado viernes a Gipuzkoa en las furgonetas fletadas por la irundarra Marina García. «Donde éramos ocho hay hueco para ser once, no es tan difícil», asegura Alejandra sin darse ninguna importancia.

«El jueves nos dijeron que llegaban y el viernes ya estaban en casa. Ha sido todo muy rápido», relata la odontóloga donostiarra
«Cuando empezamos a ver en las noticias todo lo que estaba pasando en Ucrania se nos revolvió algo por dentro y, como tenemos una casa grande, dijimos que teníamos que ayudar como fuera, aunque no sabíamos muy bien de qué forma», relata esta odontóloga donostiarra. Su relación con la asociación Oriaberri, que también está implicada en la ayuda al pueblo ucraniano, le puso sobre la pista de la próxima llegada de un grupo de furgonetas con 27 desplazados a bordo. «Propusimos que podíamos acoger a más de dos personas y al final nos asignaron a una madre, Valentina, y sus hijos, Anastasia y Valeri. El jueves nos dijeron que llegaban y el viernes ya estaban aquí. Ha sido todo muy rápido», relata.

Como en su casa, con seis niños pequeños, «nunca hay tranquilidad», el trajín que ha supuesto acoger a tres personas más ha sido hasta cierto punto llevadero. Aunque este fin de semana no han podido avanzar mucho en las gestiones que tienen que realizar para regularizar la situación de los nuevos ‘integrantes’ de la familia. «Mañana (por hoy) tenemos cita para empadronar a los tres en nuestra casa y así podremos inscribir a los niños en el colegio de mis hijos», explica Alejandra.

«Somos una familia donde estamos muy habituados a compartir todo en el día a día, así que acoger a tres personas más no ha supuesto ningún problema. Realmente, pasar de convivir ocho personas a once tampoco ha supuesto un cambio radical», comenta con naturalidad. «Tampoco le dimos muchas vueltas, en una situación tan dramática como la que están viviendo, había que ayudarles».

Celebración de ucranianos el domingo en la Iglesia Evangélica de Irun.
Celebración de ucranianos el domingo en la Iglesia Evangélica de Irun.

Alejandra e Iván no saben por cuánto tiempo tendrán que acogerles, pero se hacen a la idea de que puede ser por una larga temporada. «Ahora mismo no hay ninguna perspectiva de futuro, pero podrán quedarse mientras lo necesiten». Tampoco dan la menor importancia a esta incertidumbre, sobre todo cuando se ponen en la piel de las tres personas que han acogido. «Imagínate: les cayó una bomba en su casa y, de la noche a la mañana, se quedaron en la calle. Se ponen a andar, llegan a la frontera y allí aparecen unas furgonetas que te dicen que te llevan a España; coges y te subes. Ellos mismos no saben ni qué harán mañana».
alentina tiene ganas de encontrar un trabajo y poder empezar una nueva vida con sus hijos lejos de los bombardeos, aunque primero tendrán que salvar el obstáculo del idioma. «Lo más complicado está siendo hacernos entender, porque solo hablan ucraniano y cuatro palabras de inglés, pero entre gestos y la ayuda de los traductores de los móviles logramos comunicarnos para lo básico».

Traer a más familiares
En una de esas conversaciones básicas, Valentina le pidió a Alejandra una ayuda adicional: que haga lo posible para traerse a Donostia a varios familiares que han conseguido cruzar la frontera por Bulgaria. «Ahora mismo están en un hotel en ese país, pero ya les han advertido de que podrán quedarse, como mucho, hasta el 10 de abril. Después se quedarán en la calle y no tienen dinero ni nada. Estamos intentando que el próximo convoy de autobuses y furgonetas que salga de Gipuzkoa pase por Bulgaria para recogerles. Son dos mujeres y un niño, no sé cómo haríamos para acogerlos, pero por ahora lo importante es traerlos aquí».

«Cayó una bomba en su casa y se quedaron sin nada. Se pusieron a andar hasta la frontera y allí una furgoneta los recogió»
En el tiempo que ha podido convivir con Valentina, Anastasia y Valeri, la familia Gutiérrez-Arrieta ya ha recibido más de lo que ha dado. «Se les ve muy agradecidos y felices, con un gran interés para aprender e integrarse, y nuestros hijos están encantados de tenerlos en casa», subrayan.

La buena acogida que están teniendo los desplazados ucranianos que llegan a Gipuzkoa hace que personas solidarias como Marina García y su hija Andrea redoblen los esfuerzos para tratar de traer a más refugiados. Marina, que gestiona una escuela infantil en Irun, viajó hasta la frontera con Ucrania en el primer autobús que logró fletar –que llegó a Gipuzkoa el pasado miércoles– y este fin de semana volverá a hacer otros 3.000 kilómetros por carretera para llevar más ayuda a la zona de conflicto y traerse a más ucranianos, en colaboración con otros asociaciones vizcaínas y alavesas.

Marina vuelve a solicitar ayuda a los guipuzcoanos para poder llevar a Ucrania la mayor ayuda posible este viernes. Ahora la prioridad es trasladar material sanitario como vendas y torniquetes para «cortar hemorragias y poder salvar muchas vidas». Las donaciones se pueden hacer en el siguiente número de cuenta y «se pueden desgravar en Hacienda»: ES23 0182 0319 8202 0156 8014 del BBVA. El titular que gestiona la cuenta es la Iglesia Cristiana Evangélica centro bíblico de Irun.

El pasado domingo ese centro religioso acogió una ceremonia en la que los refugiados dieron gracias por la acogida que les ha brindado Gipuzkoa. A pesar de la dureza de su situación, lo hicieron cantando y con una sonrisa.

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