Las mascotas también ayudan a escapar de la guerra

Diario Vasco, ZIGOR ALDAMA, ENVIADO ESPECIAL Przemysl, 21-03-2022

«Dejaría una bolsa llena de comida y pasaría hambre antes que dejar a ‘Puffy’ en Ucrania». Marina, una vecina de Járkov que acaba de cruzar la frontera a través del puesto polaco de Medyka, lo tiene muy claro. Y Helen, procedente de Kiev, también. Ambas mujeres viajan acompañadas por sus gatos: Marina tiene dos; Helen, uno. Son grandes, pesan y están aterrados. Cada vez que los sacan de sus transportines para que les dé el aire tiemblan como flanes. Pero sus dueñas los llevan impolutos dentro de esas jaulas en cuyo interior cambian periódicamente una tela absorbente.

No son las únicas. Ni mucho menos. En la estación de tren de Przemysl, desde donde parte la mayoría de los 1,8 millones de refugiados que han entrado en Polonia ya son más de tres millones en total desde que comenzó la invasión, no se ven apenas hombres porque se han quedado en Ucrania a combatir, en ocasiones a la fuerza, ya que no está permitida la salida de quienes tienen entre 18 y 60 años. Lo que sí que hay son todo tipo de mascotas: perros y gatos, pero también cuises, hámsteres y algún pájaro.

Anastasia incluso se ha embarcado en el peor viaje de su vida con un gato esfinge, sin pelo y muy necesitado de todo tipo de cuidados. Es un animal muy delicado al que no le conviene que le dé el sol y que pasa mucho frío. Más aún a cinco grados bajo cero. Ella se turna con sus dos hijos, una niña y un adolescente, para darle calor con una manta. «A los niños les calma porque tienen algo de lo que cuidar y les hace más fuertes», afirma la madre.

Y es cierto. Los animales no se han convertido solo en miembros de la familia de muchos ucranianos, también cumplen en estas circunstancias un papel terapéutico muy relevante. «Dan compañía y una sensación de cierta normalidad. Son también fruto de alegría y de momentos cómicos que tanto necesita la gente. De hecho, ayudan a crear hormonas como la oxitocina, que levanta el ánimo», comenta Jariusz, un voluntario de la organización Veterinari Bez Hranic CR. Amanda Perkins, autora de ‘Los beneficios de la terapia con mascotas’, concuerda y añade que «los animales reducen el estrés y la ansiedad, tanto en niños como en mayores».

«No éramos pobres»
Por eso, diferentes asociaciones se han establecido en puntos fronterizos y estaciones de tren. Ofrecen todo tipo de comida y de cuidados para las mascotas, que cifran de momento en decenas de miles. Y, lo mismo que hacen con los refugiados, los países vecinos a los que huyen los ucranianos están facilitando la llegada de perros y gatos. No se requieren certificados de vacunación ni chips, aunque es necesario rellenar algún formulario en diferentes casos. Según la ONG pro derechos de los animales PETA, Polonia ha establecido un puesto de cuarentena gratuito para otros animales o casos especiales, y diferentes países de la Unión Europea están permitiendo su llegada con un registro sencillo.

«No éramos pobres. Somos europeos, y, como puede ser tu caso, tenemos mascotas a las que no vamos a dejar atrás para que mueran de hambre o víctimas de las bombas rusas», comenta Olexandra, molesta ante la pregunta de por qué han traído consigo a un gran pastor alemán. Muestra su iPhone y ropa de marca para subrayar que ella vivía bien en Chernígov, una de las ciudades más castigadas por los bombardeos de Moscú. «No venimos a la Unión Europea porque necesitemos un futuro mejor. Venimos porque nos está matando Putin y nadie hace nada para evitarlo», exclama.

La quiero
Al otro lado de la frontera, en territorio de guerra, algunos soldados ucranianos también están acompañados por perros. «Enseguida se pone a ladrar si el enemigo planea un ataque. Me siento más seguro y tranquilo con ella. No me extraña que digan que el perro es el mejor amigo del hombre», comentaba a la agencia AFP uno de los militares, Mykyta. Para otro, durante la guerra del Donbás de 2014, un pequeño cachorro se convirtió en el talismán de sus compañeros. Su poder sanador no se debe infravalorar.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)