Gipuzkoa mira a Ucrania: Familias vascas de acogida piden corredores humanitarios para 200 menores de Chernóbil "olvidados" en aldeas rurales
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 18-03-2022En Ivankiv, al norte de Ucrania, hay menores que conocen muy bien Gipuzkoa. A este lado del mapa, a más de 3.000 kilómetros del ruido de las bombas, hay familias vascas de acogida que añoran a esos menores. Es tan fuerte el vínculo emocional, que de algún modo “su identidad es casi vasca”, aunque se llamen Pavlo, Dasha, Vika, Artem o Nastya. Son los 200 niños de Chernóbil. Los grandes olvidados de la guerra, diseminados por pequeñas aldeas al norte de Ucrania.
Antes de que estallara el conflicto bélico, ya pertenecían a clases desfavorecidas. Nacieron en una región en la que el desastre nuclear borró del mapa cualquier inversión económica. Llegó después la pandemia, y ahora las secuelas de una contienda bélica cuya resistencia es casi heroica, con el único sustento de unos cultivos que agonizan. “Se han quedado bloqueados, en tierra de nadie. Hace falta crear un corredor humanitario y con garantías en el norte del país para evacuarlos”. Es el SOS que lanzan sus familias de acogida.
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La región de Ivankiv se encuentra a unos 500 km de la frontera segura más cercana, que sería la de Polonia. Huir de la guerra ni siquiera es una opción para estos menores porque ahora mismo no tienen manera. “La última vez que supe de ella fue el 5 de marzo”, relata Marian Izaguirre.
TANQUES FRENTE A LA CASA DE NASTYA
Ella es Nastya, de doce años, una de esas niñas que acostumbra a venir a Euskadi todos los veranos. “Vive a pie de carretera, la que enlaza Chernóbil con Kiev. Estaba asustada porque es una aldea tranquila, hasta que empezaron a caer bombas, y comenzaron a pasar tanques, coches fúnebres y soldados por delante de su casa”, detalla Izagirre, que además de madre de acogida es presidenta de la asociación Chernóbil elkartea.
Esta agrupación nació en 1996 para ofrecer acogida temporal continuada durante el verano a niños y niñas afectadas por la contaminación nuclear. El objetivo era ayudar a mejorar la salud de menores sin recursos. Hace una década la asociación centró su empeño en pequeñas aldeas rurales en el entorno de la central, en la región de Ivankiv, donde la guerra les ha relegado al olvido una vez más.
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El equilibrio emocional se construye durante la infancia gracias a un entorno familiar amoroso y sano, pero hay contextos sociales, como el que les ha tocado en suerte, extremadamente complejos: primero fue la contaminación nuclear, después sus consecuencias socio-económicas, y ahora es el estallido de la contienda bélica.
La asociación Chernóbil elkartea, desde la distancia, alerta de una situación cada vez más dramática. “Son familias muy necesitadas de las que nadie se acuerda”, denuncia Lide Álvarez, portavoz de una asociación que no deja de tener en mente a los 192 menores que disfrutaron del verano en Euskal Herria por última vez en 2019. Todos y todas forman parte de una gran familia. Desde hace días apenas saben de ellos. “Estamos vivos. Es el único mensaje que recibimos”, cuenta Álvarez.
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