La puerta de salida para huir de la guerra

Medyka-Przemysl. Este paso fronterizo entre Ucrania y Polonia acoge al día a más de 40.000 personas empujadas por la invasión de Rusia, la mayoría mujeres, niños y niñas

Diario Vasco, OSKAR ORTIZ DE GUINEA Enviado especial a Polonia, 14-03-2022

El paso fronterizo de la diminuta Medyka y la cercana y tampoco muy extensa Przemysl, en Polonia, es una continua llegada de personas que han precisado varias horas ocho o diez de cola o incluso días para poder salir de la vecina Ucrania. La hilera humana no tiene inicio ni final y se retroalimenta constantemente, con más de 40.000 almas cada día. La mayoría son mujeres. Muchas arrastran de la mano un niño o una niña y llevan una maleta en la otra mano o una mochila a la espalda del tamaño que utilizaríamos para meter alguna fruta y ropa de abrigo para una mañana en el Txindoki: algo ligero que no nos pese en la caminata. Pero, desde luego, no es ni lo indispensable para iniciar una nueva vida no se sabe dónde.

Los bombardeos rusos más cercanos a este punto en el que DYA Gipuzkoa depositó esta semana material sanitario, ropa, mantas y sacos de dormir, y a continuación evacuó a 17 refugiados de entre 3 y 74 años que el viernes llegaron a Donostia se registran a dos horas, en Ivano-Frankisvk, al oeste de Ucrania y a la altura del sur de Polonia. Lógicamente, es imposible que oigamos disparo alguno, pero sí los podemos visualizar en los rostros de quienes huyen. Llevan la metralla reflejada en sus ojeras.

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Llegamos sobre las 13.00 horas, bajo una ligera nevada que no cuaja y cesa pronto. El termómetro marca dos grados, lo que casi supone calor frente a los -7 bajo cero del día después. Tratar de entrar con las tres furgonetas de DYA a la zona donde se recogen las toneladas de material humanitario que han ido llegando de gran parte de Europa suponía, según uno de los vigilantes polacos que coordinan la zona, aguardar en cola dos horas que no teníamos. Por lo tanto, aparcamos en el exterior, entramos a pie, y ya improvisaremos cómo depositar las decenas de cajas en algún lugar adecuado.

PUNTOS DE RECORGIDA DE MATERIAL ASOCIACIÓN EUSKADI-UCRANIA EN GIPUZKOA
San Sebastián: Calle Amara 24, de lunes a sábado de 10 a 20 horas. / Paseo de Herrera 72, a partir del lunes 14 en horario por determinar

Irun: Tienda Slavianka, Avda. Nafarroa 13 (943 660 898). Parroquia de Pentecostes, Arturo Campión Kalea, 6. De 10.00 a 21.00. (672 839872/ 673 969842).

Lasarte-Oria: Ola Kalea 1 bajo (ludoteca). De lunes a sábado de 10 a 20 horas.

Astigarraga: Navarra Oinatz Kalea 7, bajo 2 (Akademia GaurkoTek). Martes y jueves de 11.30 a 13.30. Miércoles de 10 a 12 horas. (662171726). Entregas y llamadas en horario señalado.

Tolosa: San Esteban Auzoa, 6. De lunes a sábado de 10 a 20 horas

Lazkao: Calle Iturgaitza 11, 10c. Todos los días de 10 a 21 horas. Miércoles de 15 a 21h. Contacto: 688 883 524

Donaciones, número de cuenta: ES16 2095 5001 0091 1443 7029 (indicar concepto DONACIÓN)

Más contactos: 642 772 760/636 079690 ucraniaeuskadi@gmail.com

DONACIONES
Asociación Chernobil Elkartea

Número de cuenta ES62 2100 6491 1222 0003 6970.

Contacto Asociación Chernobil Elkartea (670 419 078)

Asociación socio-cultural al desarrollo de Ucrania-Euskadi

Número de cuenta. 2095 5001 00 9114437029 (Concepto Donacion por la paz).

Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL),

Número de cuenta. ES54 2100 1693960200246970

Cruz Roja

Kutxabank ES65 2095 5092 0810 6161 7790.

Laboral Kutxa ES90 3035 0050 7105 0004 6056.

Santander ES44 0049 0001 5321 1002 2225 (Bizum 33512).

BBVA ES92 0182 2370 4600 1002 2227 (Bizum 33467).

Caixabank ES28 2100 0600 8502 0196 0066 (Bizum 04057).

Sabadell ES31 0081 5232 2800 0108 4716 (Bizum 04048).

Bankinter ES75 0128 0010 9701 0012 1395 (Bizum 00087).

B Cooperativo ES86 0198 0500 8020 2205 3421 (Bizum 02727).

Triodos ES18 1491 0001 2130 0008 9598.

SMS Envía UCRANIA al 28092 (1,2 eruos); envía UCRANIA al 38088 (3 euros); envía UCRANIA al 38092 (6 euros).

El cielo blanquecino y un punto de bruma dan un toque fantasmagórico al lugar, semejante a un campamento nómada. A la entrada, un matrimonio mayor los hombres menores de 60 años no pueden dejar Ucrania rebusca entre las bolsas apiladas con ropa hasta hacerse con un par de mantas. A unos metros, tres voluntarios con chaleco naranja templan el cuerpo en una fogata en un bidón metálico. A continuación se suceden las carpas y las mesas de camping en las que particulares y ONG ofrecen su ayuda a quienes la guerra les ha obligado a huir de su propia vida. Por el corredor de tenderetes, discurre el caminar cansado de cientos de ucranianos.

«Hay que sacarlos». La sensación para un recién llegado es de un caos bastante organizado, y lo confirma Gorka Barrigón, que el viernes regresó a Donostia desde Medyka. El donostiarra residía en Kiev, y el 28 de febrero llegó a Gipuzkoa en un convoy fletado por la Embajada española. Dejó a su hijo de 4 años, David, con sus abuelos, y volvió a la frontera a ayudar a evacuar a sus vecinos. «La semana pasada fue mucho peor. Llegaba más gente y era todo más caótico. Se oyó que había mafias para llevar a ucranianos, pero yo no he visto nada raro».

Un autobús llega al campo de refugiados organizado en Przemysl para evacuar a medio centenar de ucranianos. La mayoría son mujeres, niños y niñas. Una mochila es todo su equipaje. Benito Escat y Olivia Fernández, en los extremos, cobijaron en su autocaravana ‘maternal’ a Elena, Sasha, Sofia y Ania antes de venir a Gipuzkoa. el puesto de comida de la ONG World Central Kitchen del cocinero José Andrés, que en 2020 recibió el Basque Culinary World Prize.. / OSKAR ORTIZ DE GUINEA

Gracias a la colaboración de amigos suyos, Barrigón ha gestionado el envío de cinco furgonetas desde Donostia conducidas por ucranianos residentes en Gipuzkoa. El lunes, 32 personas, mujeres y niños, saldrán hacia aquí. «Es lo poco que podemos hacer por esta gente» que sale de un país donde quienes permanecen en él «me cuentan que la situación es terrible, se están cometiendo tropelías».

Bajo un gorro negro y un chaleco amarillo, Svetlana ofrece un caldo y una sonrisa a quien se le acerca. Esta ucraniana reside en Roma pero se acercó a la frontera más cercana a su lugar de origen para ayudar a sus compatriotas. «Lo que hay que hacer es sacarlos de Ucrania. El ucraniano que se quiere quedar se va a quedar por muy mal que esté la situación. Pero quien quiere irse, no tiene los medios. Llegan aquí como pueden, ¿y luego qué?, ¿a dónde van?».

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