Infancia y guerra

Diario Vasco, ISIDRO ELEZGARAI PRESIDENTE DE UNICEF COMITÉ PAÍS VASCO, 14-03-2022

De Ucrania nos llegan demasiadas estampas en blanco y negro que tristemente evocan al fantasma de los últimos conflictos en Europa. Miles de familias ucranianas pasan días y noches en sótanos y refugios antibombas improvisados. Otras deciden cruzar las fronteras y emprender camino a otros países en busca de seguridad. Con apenas dos años, niños y niñas ya saben lo que son los misiles –y no porque los vean en los dibujos– o despiden a sus padres en la frontera ante un futuro nuevo e incierto. Bebés que tiemblan de miedo. Familias completamente destruidas. Infancia traumatizada, aterrorizada y en ‘shock’. Huidas en trenes abarrotados. Estaciones llenas de gente a la espera de un tren que les lleve a un lugar mejor. Niños y niñas que corren a los sótanos cuando suena la sirena.

«No podíamos pasar una noche más entre disparos», cuenta Olga en la frontera de Ucrania con Rumanía, mientras sus hijos de 5 y 8 años la miran con asombro. Lo hemos escuchado en más de una ocasión: puede que estemos ante la mayor crisis de refugiados desde la II Guerra Mundial, una emergencia compleja que vuelve a demostrar la solidaridad y buena voluntad de la sociedad vasca ante una situación límite.

Ante una crisis de tal magnitud, todas las personas sentimos ese primer impulso de ayudar y dar cobijo. Y la población vasca, consternada por las imágenes que a diario nos muestran los medios de comunicación, también enseña su lado más solidario, ofreciendo hasta sus propios hogares para la acogida.

Sin embargo, y aunque a simple vista nos pueda parecer que llevarnos a un niño o niña ucranio a nuestra casa es la mejor opción, hay veces que el cúmulo de noticias que nos aterrorizan nos lleva a pensar en soluciones rápidas y desesperadas; la acogida de niños y niñas que viven en contextos de crisis humanitaria hay que valorarla caso por caso de la mano de las administraciones públicas, que son garantes de su protección siempre que no lo puedan hacer sus familias.

La competencia en cuestiones de acogida de menores la tienen las comunidades autónomas en coordinación con la Administración central. El acogimiento se realiza siguiendo una serie de requisitos que llevan un tiempo considerable. En primer lugar, es imprescindible determinar que las familias de acogida son idóneas. Además, debe confirmarse que el niño está en situación de desamparo, sin que queden dudas sobre ello. En tercer lugar, se tiene que aplicar el principio del interés superior del menor para garantizar que la mejor decisión para cada niño o niña pasa por buscarle una familia de acogida en otro país.

El Ejecutivo vasco ya trabaja para crear una amplia red de atención a todas las personas refugiadas que lleguen a Euskadi. En el caso de que sean niños y niñas que llegan solos, serán atendidos por las diputaciones en centros residenciales para menores de edad o en familias acogedoras, elegidas tras haber superado un proceso de idoneidad.

A pesar de la buena voluntad de la mayoría de las personas que se están acercando a las fronteras con Polonia, Rumanía u otros países vecinos, desde Unicef también ponemos sobre la mesa que en situaciones de desplazamientos masivos como los que están ocurriendo en Ucrania los riesgos de violencia, trata, explotación y abuso para la infancia también aumentan exponencialmente. Por eso, trabajamos para reforzar los mecanismos de protección para estas familias en todas las etapas del camino.

¿Y qué ocurre cuando esos niños y niñas y sus familias llegan a Euskadi? Además de afrontar traumas asociados a la crisis que han vivido y a las despedidas de muchos seres queridos, también tendrán sentimientos de desarraigo y necesidades de integración. Por eso, desde nuestros municipios tenemos que trabajar de la mano para que la inclusión de todas las personas refugiadas sea exitosa, sin discriminación, sin racismo, asegurando entornos protectores para la infancia y sus familias.

Aplaudimos que Europa haya llegado a un acuerdo para conceder protección internacional de forma automática a la ciudadanía ucraniana, de modo que se les permita viajar con libertad dentro de la UE, instalarse en cualquier país miembro, buscar empleo y acceder a asistencia médica. Pedimos que sean procedimientos ágiles y que la actitud sea siempre de acogida, de calor, de bienvenida, de inclusión. Pero, por encima de todo, pedimos un alto el fuego inmediato. Porque en un conflicto la población civil no puede ser atacada. Y porque la infancia y la adolescencia deben tener siempre una protección especial.

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