La Polonia díscola se convierte en la tierra de acogida
Si Putin esperaba usar a los refigiados como «arma híbrida» para dividir a la UE, la solidaridad europea ha funcionado
ABC, , 09-03-2022La llegada masiva a la UE de ucranianos que huyen de la guerra ha sido asumida con una corriente de solidaridad generalizada en toda la UE, muy lejos de las tensiones que se produjeron en 2015 en una situación similar que provocó diferencias políticas gravísimas entre los países miembros. Si este fenómeno, que Bruselas calcula que puede llegar a implicar la llegada de hasta cinco millones de refugiados, pretendía ser parte del arsenal «híbrido» del dictador ruso en su ofensiva contra Occidente, por ahora no ha logrado su objetivo.
La principal paradoja en estos momentos es que Polonia, el país al que están llegando las mayor parte de los ucranianios, era hasta hace unos meses el alumno díscolo del club, cargado de sanciones gravísimas que le han privado hasta ahora de los fondos de recuperación, y en estos momentos es visto como un actor esencial de esa solidaridad europea.
No se han resuelto todas las divergencias que se suscitaron hace siete años, y en las que Polonia fue un actor esencial, pero la situación ahora ya no tiene nada que ver.
El mecanismo de protección temporal que ha usado la Comisión Europea para acoger a los ucranianos con un permiso de residencia automático de al menos un año, con derecho a trabajar y a recibir ayudas sociales, ha sido aceptado sin rechistar por todos los países, empezando por Polonia que ayer ya había recibido 1,2 millones de personas de los más de dos millones que se calcula que ya han salido de Ucrania.
Según la organización Save the Children, en lo que llevamos de guerra casi la mitad, es decir, cerca de un millón de esos que han huido, son niños y «un número creciente» han sido enviados a Europa «solos y sin apoyo familiar», lo que obligará a los países de acogida a medidas específicas sin precedentes.
A pesar de esa actitud receptiva respecto a los ucranianos, el Gobierno populista polaco sigue construyendo un muro en la frontera de Bielorrusia para impedir el paso de solicitantes de asilo de Irak y Afganistán traídos a Minsk por el dictador local Aleksander Lukashenko.
Proximidad geográfica
Marie De Somer, del European Policy Centre, considera que la actual unanimidad respecto a la llegada de los ucranianos en comparación con los de los países árabes y musulmanes se explica por la proximidad geográfica de Ucrania y por el hecho de que la guerra está ligada a «cuestiones de seguridad que van más allá del marco de Ucrania y conciernen a todo el continente europeo».
También es evidente que en estas circunstancias, todos los Gobiernos, empezando por el Polaco, son conscientes de que en este caso Putin podría explotar en su favor cualquier expresión de discordancia o de división en el seno de la UE y acelerar la llegada de refigiados desde Ucrania. Pero por otro lado, Catherine Woollard, directora del Consejo Europeo para Refugiados y Exiliados (ECRE) opina que «también hay factores étnicos y religiosos. Sería ingenuo no ver que parte de la diferencia [entre lo que pasa ahora y lo que ocurrió en 2015] se debe a estas consideraciones, y a que lamentablemente ciertos gobiernos europeos a veces expresan cierto racismo y prejuicios contra los refugiados y solicitantes de asilo».
Exponer a esos países ante esa contradicción puede ser un argumento clave para la Comisión Europea a la hora de tratar que los gobiernos accedan por fin a aprobar la reforma de la legislación sobre migración y asilo que desde hace décadas sigue sin encontrar el consenso necesario. El gobierno populista polaco, ahora tratado por los demás como un símbolo del sentimiento humanitario, tendrá muchos problemas para justificar que se sigue negando a aceptar a personas de otras latitudes, solo porque no entiende su lengua o no le gusta su religión.
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