Los primeros refugiados ucranianos llegan a Madrid huyendo de la guerra: “Es una situación horrorosa”

"No tienen estatus de refugiado, no tienen ningún tipo de papel, no tienen nada", relata una voluntaria que trata de ayudar a los recién llegados a un centro de acogida en Vallecas

El Diario, María Santos Viñas, 07-03-2022

Los primeros refugiados ucranianos que han conseguido cruzar la frontera con Polonia y entrar así en la Unión Europea han comenzado a llegar a Madrid. Según los datos de ACNUR, más de un millón y medio de personas han salido de Ucrania desde que empezó la invasión rusa. Las historias que narran son desgarradoras y la situación que encuentran al llegar a España no siempre es acogedora.Algunos de estos refugiados, aunque no tienen formalmente esta consideración, han recalado en “Las Caracolas”, un centro de acogida temporal de emergencia en el barrio de Vallecas en el que ya residían ciudadanos ucranianos que se encontraba en España cuando Rusia comenzó la invasión total de su país. En el albergue se palpa el miedo y la preocupación. Quienes han llegado lo han dejado todo atrás, incluido parte de sus familias, que siguen en su país.La mayoría de los ucranianos que han llegado a lo largo del fin de semana a “Las Caracolas” prefiere no hablar con la prensa, están asustados y se han encontrado con una situación para la que nadie esta preparado. Aún no asimilan qué está pasando. Fuentes del Gobierno municipal cifran en 45 las personas albergadas inicialmente en este centro porque “no tenían alternativa”. Tras la apertura por parte del Ministerio de Inclusión de un hotel para atender a los ucranianos solicitantes de asilo, “se han derivado a todas las personas a este recurso”.

Dos de estas personas son Andrii y Natalia, quienes buscan conseguir asilo en España. Ella es del Donbás y él de Crimea. Huyen de la guerra, aunque para ellos “comenzó hace 8 años”. Están enfadados. Explican que la Unión Europea solo se ha empezado a preocupar por el conflicto porque se ha extendido por el resto de Ucrania, pero la ofensiva empezó mucho antes y “hasta ahora no se ha hecho nada”.

La pareja está teniendo problemas para encontrar asilo en España. Han llegado “Las Caracolas”, ya lo intentaron en otro centro de refugiados, pero siguen esperando a que alguien les acoja. Esperan recibir información, pero sobre todo ayuda, aunque por lo que han visto, lo tienen complicado. Algunos ucranianos recién llegados de Polonia han intentado que les acojan, pero no lo han conseguido.Una mujer, que prefiere que su nombre no trascienda, ha llegado a “Las caracolas” con su hija en brazos. Va acompañada por una traductora voluntaria, que también prefiere permanecer en el anonimato, su cuñado y su madre, que trata de consolarla. La mujer llora desesperada. Ella ha conseguido salir del país, pero su marido sigue allí, en el frente. La traductora cuenta que la mujer llegó hace tres días a España y necesita que la atienda un médico. Está embarazada de cinco meses y le preocupa el estado del bebe.

El trayecto hasta España no ha sido fácil y tiene miedo de que el pequeño haya podido sufrir algún daño. Sin embargo, la refugiada ha preferido no quedarse. El centro no contaba con traductores y en la vivienda en la que la querían alojar había más hombres y mujeres, y para ella, en su estado y con una niña pequeña, no era “un lugar adecuado”.Buscarán otro sitio. La mujer que les acompaña como traductora voluntaria señala que ya acudieron al Registro Civil de Madrid, donde se tramita la solicitud de petición de asilo, donde les dijeron que todavía no hay “ningún protocolo” establecido para ellos. “Es una situación horrorosa, porque no tienen estatus de refugiado, no tienen ningún tipo de papel, no tienen nada”, explica enfadada la traductora, que denuncia que no se está haciendo lo suficiente para ayudarla.Alona ha conseguido huir de la guerra, pero su esposo, Artem (34 años), sigue en Ucrania. Luchó en Donbás y sigue en el frente. Los hombres ucranianos de entre 18 y 60 años tienen prohibida la salida del país, deben quedarse para luchar.Alona consiguió salir de Ucrania, llegó a Polonia y ahora está en España. Está embarazada y necesita un lugar donde quedarse, también ha acudido a “Las Caracolas” en busca de ayuda. Está preocupada porque ha perdido la comunicación con su marido y ya no sabe dónde está. Cada día lee las noticias para tratar de averiguar algo. Su familia sigue allí y espera poder regresar, pero su casa ha sido destruida.En la puerta de “Las Caracolas”, entre el ruido de los coches que pasaban y el bullicio de los allí presentes, se han contado muchas más historias que no verán la luz porque sus protagonistas lo prefieren. Allí, en esa calle junto al centro de refugiados se ha visto la otra cara de la guerra, la de los exiliados, la de niños que lloran sin entender del todo qué está pasando, la de personas que han perdido el contacto con sus familiares, la de aquellos que no saben cuando regresaran a sus casas y si seguirán en pie cuando puedan hacerlo.

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