Alemania, ante una crisis migratoria imprevisible
Olaf Scholz garantiza que recibirá y atenderá a cuantos lleguen al territorio alemán, pero recuerda que es un compromiso asumido enteramente por los 27
Diario Vasco, , 07-03-2022Alemania empezó a tratar de calcular lo que claramente escapa a todo pronóstico: cuántos desplazados acogerá, en medio de un drama colectivo plasmado principalmente en rostros de mujeres y niños. El gobierno del canciller Olaf Scholz ha garantizado que recibirá y atenderá a cuantos lleguen al territorio alemán, pero recordado al mismo tiempo que es un compromiso asumido enteramente por los 27 socios de la Unión Europea (UE). Algo que, hasta ahora, no ocurrió en ninguna crisis migratoria, fuera precipitada por la guerra en Siria o por quienes huyen de la miseria u otros conflictos a través del Mediterráneo.
Berlín rehúye hacer pronósticos en voz alta, pero el semanario «Der Spiegel» sacó a relucir este fin de semana la cifra de 225.000, procedentes según esta publicación de un informe interno del Gobierno. Advertía a continuación que eran cálculos realizados sobre las estimaciones iniciales de la ONU. Es decir, cuando calculaba en 1,5 millones el número total de desplazados que se derivaría de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Esa cifra surgió tres días después del 24 de febrero, el día en que se materializó la ofensiva. De ahí se había pasado a mediados de la semana anterior a los cuatro millones de ucranianos de los 44 millones de habitantes que tenía el país. El viernes se hablaba ya de diez millones. Es decir, que según estos cálculos provisionales e in crescendo más de una cuarta parte de la población de Ucrania abandonará su país.
No hay cálculo posible. Solo la realidad del suma y sigue diario de las personas que ya han salido efectivamente del territorio ucraniano por el conflicto, que el domingo había escalado ya a los 1,4 millones.
Ataque de Rusia, en directo | Última hora de la guerra en Ucrania
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JAVIER VARELA / Madrid
El destino prioritario ha sido hasta ahora Polonia, el mayor país vecino del bloque comunitario, al que han llegado más de 800.000 ucranianos. El resto se reparte entre los otros países europeos fronterizos -Hungría, Rumanía y Eslovaquia, además de Moldavia, este último fuera del bloque comunitario.
No hay precedentes en la historia moderna de una diáspora parecida en Europa y en tan corto lapso de tiempo. La regulación adoptada a escala de la Unión Europea, que libera a los ucranianos del procedimiento de solicitud de asilo, agiliza su acogida dentro del territorio comunitario, así como su libertad de movimiento, también para buscar trabajo, dentro de este ámbito. Algo que no ocurrió en la crisis migratoria de 2015 a 2019, cuando quienes huían de la guerra eran principalmente sirios. Quienes llegan a las estaciones polacas, rumanas, eslovacas o húngaras no topan, al menos, con ese obstáculo. Cargarán con el trauma de todo lo que han dejado atrás, incluido el esposo, el padre, el hermano, el hijo o el novio, si es que éste estaba entre los 18 y los 60 años. Los hombres entre esas edades están «movilizados» y no pueden abandonar Ucrania. Muchos rostros de las mujeres que llegan a las estaciones llevan plasmado no solo el horror por la guerra o los bombardeos, sino el trauma de una separación que puede ser para siempre.
Las columnas de mujeres y niños que llegan estos días a las estaciones del centro o este de Europa son distintas a las que acogió Alemania en 1992 o en 2015, las dos grandes crisis migratorias más recientes en esa parte del continente. En 1992, Alemania recibió unos 450.000 refugiados, mayoritariamente bosnios que huían del conflicto de los Balcanes. La potencia europea acogió así a más desplazados que el resto de la UE junta. Lo mismo ocurrió en 2015, con el cerca del millón de solicitantes de asilo que acudieron a Alemania mientras otros socios comunitarios cerraban sus fronteras.
Ahora ni Polonia ni Hungría se cierran. Al contrario, tanto sus autoridades como su población se han volcado a acoger a esas personas del país vecino. Una ola de solidaridad desconocida recorre Europa, facilitada por distintos factores culturales, sociales e incluso religiosos, tal vez raciales. Han desaparecido las trabas burocráticas, Europa en bloque ha reaccionado como no lo hizo hasta ahora. Las imágenes de manifestaciones de apoyo, conciertos y la acogida solidaria es multiplican. Es un drama colectivo desatado hace apenas once días, donde cualquier estimación o cálculo se cae al día siguiente.
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