OFENSIVA DE RUSIA EN UCRANIA
De turistas ucranios a refugiados de guerra
Los primeros ciudadanos de Ucrania que se han quedado varados en España enfrentan ya los problemas del sistema de acogida
El País, , 03-03-2022Hace menos de una semana la familia Nemchuk estaba tomando el sol en una playa de arena negra de Lanzarote. Habían encontrado unos billetes muy baratos, así que Anastasiia y Alex cerraron su casa de madera en Odesa, a orillas del mar Negro, y dejaron al loro y al rottweiler con unos amigos para irse de vacaciones con sus cinco hijos. “Queríamos enseñarles el océano Atlántico”, cuenta la madre. Anna, la mayor, de 15 años, insistió en llevarse su violín y ensayar para una audición que tenía en abril, pero sus padres, cargados de trastos, la convencieron: “Venga, es solo una semana, ya ensayarás a la vuelta”. Pero estalló la guerra.
La familia, con las mejillas aún sonrojadas por el sol, está hoy en un centro de acogida para refugiados del Ayuntamiento de Madrid. Pasaban por la capital con la idea de alquilar una autocaravana y pasearse por Toledo, pero al aterrizar en Barajas, el pasado día 24, justo con el comienzo de la ofensiva rusa, su aerolínea les informó de que su vuelo estaba cancelado. Sus tarjetas de crédito comenzaron a fallar y se les agotó el dinero.
Los más pequeños, de dos, cuatro, ocho y diez años, corretean por el recinto ajenos a todo, pero el matrimonio, un ingeniero y una fisioterapeuta dedicada a sus hijos, está aún en estado de shock. Les costó un par de días asumir que no volverían a casa. De hecho, aún no lo han asumido. “Poco a poco estamos asimilando que esto no van a ser unos días. Sabíamos que había problemas, pero no podíamos imaginarnos una guerra”, mantiene Anastasiia, de 36 años. “No sabemos muy bien qué vamos a hacer. No sé si vamos a ser refugiados, ¡hace dos días éramos turistas!”, añade. “¡Qué locura!”, exclama su marido, de 57, llevándose las manos a la cabeza.
Los Nemchuk, así como decenas de compatriotas que ya están varados en diferentes ciudades españolas, son unos de los primeros ucranios de los que España tiene que ocuparse. Pero que la primera palabra que hayan aprendido en español sea “cita” da una idea del reto que supondrá estirar un sistema al que hace tiempo le han estallado las costuras.
La cita, el primer trámite que hacen todos los solicitantes de asilo para registrar ante la policía que buscan protección, no existe. Al menos en Madrid. La página, con información solo en castellano, se cuelga y la gente navega de un enlace a otro desesperada. Dimitri, un joven ucranio, que huyó desde Rusia cuando estalló el conflicto, aparece con su móvil con la página del Ministerio del Interior abierta. “No hay, no se puede, no sé como hacerlo”, se queja.
El atasco burocrático que afrontan hoy los ucranios es el que llevan meses sorteando el resto de potenciales refugiados, latinoamericanos en su mayoría. De las 350 personas que el lunes estaban en este y en otros dos centros municipales, más del 80% no había conseguido aún hacer la entrevista que formalmente les da acceso a los recursos de acogida estatales. Y además el 36% ni siquiera existe para el sistema porque sin citas no han podido registrar que quieren pedir asilo. Sin la entrevista, Migraciones suele hacer una excepción y acoge, pero sin el registro de la voluntad de pedir asilo, que también depende de Interior, no se da la plaza.
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