La inestabilidad crónica con la que ha castigado a Ucrania en los últimos años el expansionismo de Rusia ya había provocado una diáspora de sus habitantes, pero ahora que la amenaza no se limita a las provincias separatistas sino que todo el país padece bajo los bombardeos y la escasez, la marea humana que huye desde el jueves puede convertirse «en la mayor crisis de refugiados de este siglo en Europa», advierte Acnur. Los datos que maneja el organismo de la ONU avalan los peores temores, con al menos 677.000 ucranianos que ya han cruzado a cinco países vecinos, un millón de desplazados internos y miles de trabajadores o estudiantes extranjeros atrapados por la guerra. El presidente Zelenski reclamó ayer ante la Eurocámara la adhesión del país a la UE y, paradójicamente, la invasión decidida por Putin va a dotar a los huidos de la ciudadanía europea, aunque por un periodo limitado. Las enormes necesidades humanitarias de los ucranianos dentro y fuera de su territorio exigen todos los recursos posibles y la mejor coordinación entre las administraciones concernidas para convertir el doloroso recuerdo de la crisis de 2015 en la solidaridad que exige la emergencia.