DEL DIRECTOR

Migrantes: Ucrania y África

Detrás de todo conflicto hay seres humanos que salen despavoridos

Canarias 7, Francisco Suárez Álamo FRANCISCO SUÁREZ ÁLAMO, 28-02-2022

Es curioso cómo reaccionan algunas cancillerías europeas y la propia UE. Ahora, ante la invasión rusa en Ucrania, con una ofensiva sin cuartel, miles de ciudadanos de ese país salen despavoridos en dirección a los países más cercanos. Y el mensaje al unísono de los gobiernos europeos es que esos estados abran sus fronteras para facilitar la salida de los ucranianos. Las comparaciones son odiosas pero es justo lo contrario de lo que propugnan buena parte de los países comunitarios, empezando por la propia Comisión, cuando se trata de inmigrantes que llegan en barca huyendo de conflictos o simplemente de miseria al sur de Europa o a Canarias. ¿Acaso hay inmigrantes de primera y de segunda? Porque de otra forma no se explica.

Me incluyo, por supuesto, entre los que comparten esos mensajes de fronteras abiertas ante el miedo a las tropas rusas, pero también me pregunto por qué el mensaje es diferente cuando los migrantes arriban en patera o cayuco. ¿Por qué a un maliense se le ponen todas las trabas del mundo, cuando estamos hablando de un Estado fallido, sumido ahora en inestabilidad tras un golpe militar, y por qué con un ucraniano el mensaje es exactamente el contrario?

Igualmente me pregunto por qué los mismos partidos españoles que abogan por la solidaridad con esos inmigrantes ucranianos no convencen a sus presidentes autonómicos para que abran sus centros de acogida de menores y echen una mano a Canarias, que lleva años con los que llegaron por mar y que lleva también demasiado tiempo esperando que haya solidaridad interterritorial. Por suerte para esos presidentes autonómicos, la conferencia prevista en La Palma se suspendió: se evitaron así el bochorno de quedar en silencio cuando el presidente canario hubiese puesto sobre la mesa el asunto, con todos silbando y mirando hacia otro.

Ojalá el conflicto abierto en Ucrania sirva para que abran los ojos quienes se empeñan en tenerlos cerrados. Detrás de todo conflicto hay seres humanos que salen despavoridos, porque el miedo les atenaza y porque desean sobrevivir. Y, frente a eso, una frontera cerrada puede ser una garantía de muerte. Pero hay también otra especie de muerte en vida: quedar atrapados en un limbo permanente, sin poder moverse de una primera escala que se acaba convirtiendo casi en una prisión permanente. Esto es lo que desde la propia Bruselas se planteó ante el repunte migratorio en el archipiélago. Así que a ver si ahora se dan cuenta del error, inmenso error.

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