Ruiz-Doménec escribe una historia del Mediterráneo desde Troya a las pateras
El Diario, , 08-02-2022El Mediterráneo es la cuna de un estilo de vida basado en la necesidad de abrirse al mundo, según plantea el historiador José Enrique Ruiz-Domènec en “El sueño de Ulises. El Mediterráneo, de la guerra de Troya a las pateras” (Taurus) en el que analiza históricamente la cuenca mediterránea.
La idea del libro surgió en 1980, cuando Ruiz-Doménec (Granada, 1948) se encontraba en Nápoles en un coloquio internacional de historia marítima con una ponencia sobre la actividad marítima en la cultura mediterránea como un fenómeno de estructura.
Para el autor, la revelación de la estructura latente de las civilizaciones es la única razón de ser del oficio de historiador en el siglo XXI.
“Es la forma que tiene de mostrar el legado que el pasado ofrece al futuro para orientar sus pasos y no entrar en los laberintos sin salidas probados ya en anteriores ocasiones”.
Ruiz-Domènec reúne ideas y acontecimientos, intrigas políticas y pasiones humanas, obras de arte y libros en múltiples encrucijadas que también definen al mar que analiza a partir de los antiguos mitos que lo alimentan.
El sueño de Ulises, entendido como un viaje de regreso a casa cargado de éxitos se ha adueñado de la cultura mediterránea, y “cuanto más avanzamos en la comprensión de ese sueño, más cerca estamos de entender el Mediterráneo como la cuna de un estilo de vida basado en la necesidad de abrirse al mundo”.
Las civilizaciones mediterráneas transitaron de un panteón compuesto de muchos dioses al templo del Dios único de las tres religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam.
Otra característica mediterránea es que las actividades mercantiles unieron civilizaciones con sistemas de valores diferentes, incluso opuestos.
Por eso la Edad Media fue una época de gente de mar como marineros, mercaderes, peregrinos, pescadores, “que representan la razón de ser de un mundo de horizontes abiertos, pero también una época de cruzadas y de conflictos en la península Ibérica y en Oriente próximo”.
En el Renacimiento se ampliaron los límites conocidos gracias a las exploraciones marítimas portuguesas y los viajes de Colón, y en la Edad Moderna hay un cambio en el sentido de la historia y los intentos de construir una identidad cultural quedan en posiciones estéticas de carácter personal por lo que la cultura mediterránea es vista con la misma pasión con la que se contemplaban las ruinas romanas.
Durante los siglos XIX y XX se producen grandes transformaciones con la colonización de países ribereños, el fuerte exotismo en la búsqueda de Oriente y la creación de los tópicos del imaginario Mediterráneo: el azul del mar, los pueblos blancos, la dieta alimentaria y las playas de agua cristalina y suave oleaje.
A comienzos del siglo XXI se intensifican las interacciones étnicas y religiosas que sitúan la frontera del Mediterráneo en el desierto del Sáhara, donde se forman las caravanas de inmigrantes que llegan a las costas europeas en dirección norte huyendo de la acción de los señores de la guerra, la corrupción de sus dirigentes, la enfermedad y la pobreza.
Para Ruiz-Domènec, la unificación de la cuenca marítima plantea un desafío geopolítico vinculado a la globalización, pues afecta a la historia de Europa, África y Asia, y está necesitado de una respuesta a la altura de sus expectativas del que el denominado Proceso de Barcelona, en 1995, constituye una experiencia positiva como fundamento de un acuerdo entre partes enfrentadas durante siglos.
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