La inmigración irregular continúa teniendo en la llamada Ruta Canaria una de las principales vías de salida de África para miles de personas. La travesía, ya sea en cayuco, patera o lanchas tipo zódiac, es una de las más peligrosas y esta semana ha vuelto a quedar en evidencia, con 18 personas desaparecidas en el océano y casi ninguna posibilidad de que puedan ser localizadas con vida.

Como ya hemos señalado en otras ocasiones, este fenómeno migratorio no tiene una solución fácil, sobre todo mientras persista el evidente desequilibrio entre las condiciones de vida en África y Europa, una brecha que se ha agigantado con la pandemia y la consiguiente crisis económica. Entre el amplio catálogo de medidas a aplicar por el Gobierno de España reviste carácter de urgencia el refuerzo en medios humanos y técnicos de Salvamento Marítimo y la Guardia Civil.

Otro frente de actuación es la atención en tierra a los inmigrantes. En este capítulo, las alertas se centran ahora en Lanzarote, una isla que sufre una creciente llegada de migrantes y que carece de las instalaciones necesarias para una acogida digna. Los planes de la Delegación del Gobierno han tropezado con las trabas del Ayuntamiento de Arrecife, reticente a dar los permisos necesarios para el campamento previsto por el Ministerio de Migraciones.

Ese pulso institucional lo acaban pagando los inmigrantes, de manera que en Lanzarote puede repetirse situaciones como las vividas en su momento en el muelle de Arguineguín. Y no es casual que todo esto suceda tras la ruptura del pacto local en la capital lanzaroteña, con el Partido Popular dinamitando su acuerdo con el PSOE para, sobre la marcha, entregarse a los brazos de Coalición Canaria. Los nacionalistas dirigidos por Fernando Clavijo siguen con la dinámica de utilizar la inmigración como bandera electoralista, una estrategia que pusieron en práctica en Tenerife desde finales de 2020, cuando se dieron los primeros pasos para el campamento de Las Raíces, y que ahora reproducen en Arrecife, con la alcaldesa Astrid Pérez prestándose a ese juego.

Ese pulso político e institucional solo da réditos a la xenofobia y el racismo. Si esa es la apuesta de CC, conviene tomar nota y que todas las sensibilidades que anidan en Coalición expliquen si comparten esa hoja de ruta, que es más propia de Vox que de un partido que dice ser progresista