La Shoah por balas, un ‘kadish’
El exterminio de judíos debería estudiarse y transmitirse para levantar una barrera crítica y necesaria contra los odios que desencadenan el antisemitismo y el racismo
El País, , 27-01-2022lizadas para cavar las fosas y remover la tierra.
En Europa del Oeste se creaban paralelamente los campos de concentración y exterminio nazis lejos de las grandes ciudades, escondidos para no ser descubiertos. En el caso de la Shoah por balas, las atrocidades como los fusilamientos, los ahorcamientos o las palizas contra los judíos y sus posteriores enterramientos se producían en cualquier momento del día pues el macrocrimen antisemita ya no era punible.
Hay un dicho ruso reza que “la guerra no está acabada hasta que el último soldado sea enterrado”, frase que muchos testigos repiten durante las entrevistas porque parece que desean liberarse de la culpabilidad y traumas de la guerra. Ahora señalan lugares de ejecuciones masivas que permanecen camufladas en la naturaleza. Recuerdan nombres de sus amigos y vecinos, sus edades o sus profesiones. Tras 195 viajes de investigación sobre el terreno preguntando a testigos que no son judíos supervivientes, ni asesinos, Yahad in Unum ha podido localizar en el mapa 3.132 lugares de ejecución. El mapa elaborado coincide con dos regiones judías históricas de la Europa Central y del Este como son Galitzia y la llamada Zona de Asentamiento del Imperio Ruso.
Una vez corroborados los testimonios con las fuentes, sus historiadores, criminólogos y forenses buscan las zonas donde yacen los cuerpos y anotan las coordenadas GPS. La tradición judía no permite mover los cuerpos de lugar por respeto, pero aun así, pueden elaborar certeras estadísticas sobre cuántas personas reposan bajo tierra. Algunas fosas cuentan con decenas de muertos, otras como la de Babi Yar (en Kiev) superan la escalofriante cifra de 34.000 víctimas civiles inocentes ejecutadas en dos días.
Objetos encontrados en el lugar de ejecución en Mala Kalynivka, en Ucrania, en diciembre de 2010.
Objetos encontrados en el lugar de ejecución en Mala Kalynivka, en Ucrania, en diciembre de 2010.
MIGUEL MALDONADO / YAHAD IN UNUM
En un mismo puñado de tierra pueden aparecer junto a las balas, pertenencias de las víctimas de todas las edades, mujeres y hombres. Detrás de un broche enseñaba una profesora, detrás de un dreidl (una peonza de cuatro caras) jugaba un niño, detrás de un ejemplar del Talmud un estudiante rabínico ampliaba sus conocimientos, detrás de un vaso de kidush para la bendición del vino una familia recibía el shabat; una sinagoga, un pueblo, toda Europa.
La Shoah debe estudiarse y transmitirse mediante la educación y solo así podrá levantarse una barrera crítica y necesaria contra los presentes odios de antisemitismo y racismo. Marco González, de origen guatemalteco, es el director de Yahad in Unum y ha coordinado exposiciones sobre la Shoah por balas en el Memorial de Caen (Francia), en los Museos del Holocausto de Illinois, Dallas y Cincinnati (Estados Unidos) y también en el Museo del Holocausto de Guatemala, y en el Museo Memoria y Tolerancia de México. Además, Yahad in Unum ha formado a profesores en España en colaboración con el Centro Sefarad Israel y trabajan en el norte de Irak socorriendo a la población yazidí perseguida por el ISIS desde 2014.
La topografía del terror debe quedar señalizada, remarcada como una advertencia para futuras generaciones, para luchar contra el antisemitismo, el racismo y crímenes de odio actuales. Europa debe afrontar la dolorosa verdad y ponerla rostro.
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