La nueva 'Guerra fría' «Muchos ya tienen las maletas listas»
PREOCUPACIÓN Ucranianos en Gipuzkoa y guipuzcoanos relacionados con el país eslavo viven con inquietud y tristeza la escalada del ambiente prebélico en la zona
Diario Vasco, , 25-01-2022Más de ocho horas de vuelo son las que separan Gipuzkoa de Ucrania, pero la tensión entre el país eslavo y su vecino Rusia ha hecho que muchos ucranianos residentes en el territorio vean esa distancia infinita. Preocupación, angustia y nerviosismo es lo que se respira allí en estos momentos. La incertidumbre sobre un posible conflicto bélico entre los dos países hace que el contacto y las llamadas con sus allegados o seres queridos que residen en Ucrania sean más frecuentes.
Daniel Sánchez
«Allí lo viven con más tranquilidad que nosotros»
Daniel Sánchez, con su hija Jare, realiza una videollamada con la niña ucraniana Katya. B. Luna
Daniel Sánchez, con su hija Jare, realiza una videollamada con la niña ucraniana Katya. B. Luna
Daniel Sánchez y su familia colaboran desde hace siete años con la acogida de una niña con la intermediación de la Asociación Chernobil Elkartea. «Qué rápido pasa el tiempo. Katya llegó con 7 ‘añitos’ y ya tiene el doble».
Apenas hace una semana se despidió de la que es su segunda familia tras haber pasado juntos las Navidades en Donostia. «Desde antes de que se fuera ya estábamos preocupados», asegura Sánchez. «Seguíamos las noticias y sabíamos que la situación con Rusia estaba cada vez más tensa».
Katya, al igual que la mayoría de los niños que vienen a Gipuzkoa cada año, es originaria de la zona afectada por el accidente nuclear de 1986. «Ella vive a 80 kilómetros de Kiev. Está lejos de la capital y todavía más de la frontera con Rusia». Es por eso que las preocupaciones ante una posible guerra son de otro tipo. «Nuestro mayor miedo es que, por lo que nos han dicho desde la asociación, el Gobierno está pensando en llamar a filas también a las mujeres. Nadie se libra. Ni las embarazadas, ni las que estén de lactancia ni las que tengan hijos pequeños. Además, todos están obligados a colaborar con el ejército. De no hacerlo les impondrán multas o no se les renovará el certificado que necesitan para poder trabajar», apunta Daniel.
Katya es la segunda de cuatro hermanos y solo su madre se hace cargo de ellos por lo que el miedo de la familia Sánchez es enorme. Además, una supuesta guerra supondría que muchas de las ayudas que reciben comedores y colegios se desvíen hacia gastos militares. «Para muchos niños esta es la única comida del día y necesitan de esa ayuda», lamenta preocupado Daniel.
Sin embargo, durante los múltiples mensajes y videollamadas que han cruzado con ella en los últimos días, la sensación que trasmite la joven es de tranquilidad. «La familia de Katya, y gran parte de la sociedad ucraniana, es muy pobre. Sus preocupaciones son otras. Se centran en luchar contra el día a día. No prestan demasiada atención a las noticias así que allí están más tranquilos que nosotros», explica Daniel.
Ivan Makarenko
«Es un conflicto complejo, está separando a familias»
Ivan Makarenko (derecha), con su concuñado, Viachelslav, en el taller de Eibar en el que trabajan. Askasibar
Ivan Makarenko (derecha), con su concuñado, Viachelslav, en el taller de Eibar en el que trabajan. Askasibar
Asentado en Eibar desde hace 10 años, después de tres en Ermua, Ivan Makarenko todavía mira, ahora preocupado, a su tierra. A los 15 años su familia y él dejaron su país y han acabado en Euskadi, pero los lazos que aún mantiene con Ucrania son enormes. «Aparte de primos, tíos y más familia, los padres de mi mujer siguen viviendo allí».
En las últimas semanas el número de llamadas a sus allegados ha aumentado de manera considerable, aunque las sensaciones en el país eslavo no son muy distintas a las que había hace unos años. «Al final la situación no ha cambiado mucho desde 2014. De hecho, en las zonas fronterizas como Donetsk o Crimea la guerra sigue activa desde entonces», asegura este eibartarra de adopción. Pese al aumento de la tensión en las últimas horas, la confianza en que el conflicto se resuelva de manera diplomática sigue siendo la mayoritaria entre los ucranianos. Las sensaciones que le transmite su suegra son de «tranquilidad», aunque la poca confianza que se tiene sobre los dirigentes abre la posibilidad de que pase lo peor.
CONFLICTO UCRANIA-RUSIA
Las sanciones a Rusia tendrían un efecto limitado en Gipuzkoa, que exporta menos de 100 millones al año
Las sanciones a Rusia tendrían un efecto limitado en Gipuzkoa, que exporta menos de 100 millones al año
FERNANDO SEGURA
La UE avanza en las sanciones a Rusia
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OLATZ HERNÁNDEZ
«El conflicto es político, pero como con todos los problemas, al final los sufre la sociedad civil. Yo soy ucraniano, pero mi padre tiene familia en Rusia. De hecho él nació en Uzbekistán. Muchas familias están dispersas por lo que era la Unión Soviética. Marcar fronteras es complicado. Este conflicto está dejando familias separadas», apunta Ivan.
«Mis amigos me han preguntado a ver de qué bando estoy. Yo soy ucraniano, y al final lo que estos pretenden es tener más independencia sobre Rusia, pero no es tan sencillo. Ya digo, también tengo familia rusa. La situación es más compleja de lo que puede parecer», remarca Ivan.
Natalya Mykhaylevska
«Se respira la misma sensación que en 1939»
Natalya Mykhaylevska, directora del centro cultural ucraniano de Trintxerpe. Borja Luna
Natalya Mykhaylevska, directora del centro cultural ucraniano de Trintxerpe. Borja Luna
Hace 22 años Natalya dejaba Ucrania para aterrizar en Gipuzkoa dejando a su padre, a sus hermanos y al resto de su familia atrás. Por lo que le cuentan sus familiares, desde el inicio del conflicto la situación de Ucrania es tensa pero las últimas semanas dejan un aroma que a ucranianos como Natalya les hacen recordar episodios negros de la historia de su patria. «Estos últimos días estamos viendo mucho pacto, mucho tratado, mucha tensión,.. lo mismo que pasaba en 1939 con Hitler y Polonia», apunta.
Son ya casi siete años desde que arrancase el conflicto entre rusos y ucranianos y estos últimos acontecimientos hacen que Natalya se ponga en lo peor. «Siempre queda la esperanza de que acabe de la mejor manera, sin que la guerra vaya a más y con un acuerdo diplomático, pero con Rusia es siempre lo mismo. Es el hermano abusón con el que llevamos conviviendo en los últimos treinta años y parece que no van a parar hasta conseguir sus objetivos: acabar con Ucrania y tener sus fronteras más cerca de Europa».
A Natalya le resulta imposible no estar triste por lo que está sucediendo en un país «tan bonito» como el suyo. «Yo hace más de dos décadas que me fui de mi casa pero siento que lo que están haciendo no es justo», lamenta. «Cada vez que Ucrania busca dar un paso para una mayor independencia con Rusia nos ponen trabas y nos la lían de esta manera. Es muy injusto».
Su padre, ya mayor y viviendo solo, es una de sus mayores preocupaciones en estos momentos. «Muchos de mis familiares están con las maletas preparadas para irse en cualquier momento. Ellos viven más cerca de la frontera y temen lo que pueda pasar. Si pasa algo, saco como sea a mi padre de ahí y se viene conmigo», asegura una Natalya que, tras tantos años de lucha no ve una posible solución al problema territorial entre ambos países.
Igor Likhvanchuk
«Confiamos en la paz, pero vamos a defendernos»
Igor Likhvanchuk. DV
Igor Likhvanchuk. DV
El caso de Igor Likhvanchuk es un tanto particular. Ucraniano de nacimiento, trabajó como monitor en la Asociación Chernobil Elkartea, con quienes sigue teniendo contacto. Este joven de 34 años reside actualmente en Kiev, ciudad a la que se desplazó para cursar sus estudios universitarios. Desde allí es una de las fuentes de información de cientos de familias que cada año acogen a niños y niñas de Chernobil para pasar el verano o las navidades en Euskadi.
Él está siendo el encargado de tratar de tranquilizar a las familias ya que asegura que «son muchos años de conflicto» y «confiamos en que se puede llegar a un acuerdo de manera pacífica». «La gente no quiere esta guerra», asegura Igor, aunque considera que su ejército no quedará impasible ante un posible ataque. «Ucrania no se va a quedar de brazos cruzados. El Gobierno no quiere atacar, pero ha avisado de que se defenderá. Este territorio es nuestro y lo vamos a defender».
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