Señas de Identidad. Margen de confianza a ZP

Canarias 7, 13-07-2006

El calor institucional que rodea a la visita de Rodríguez Zapatero a los centros de acogida para inmigrantes y la holgura con la que se movió Adán Martín en los pasillos de la cumbre migratoria de Rabat, demuestran que PSOE y CC han aunado estrategias sobre la salida masiva de pateras y cayucos desde África.

Probablemente, no figuraba en la cartera de ambos partidos alinear fuerzas en la pole position electoral que se dibuja para después del verano, pero la envergadura del fenómeno (11.000 sin papeles en el primer semestre) obliga a fijar posturas responsables.

Ni siquiera la oposición (y menos CC, que gestiona el Gobierno) puede utilizar el debate migratorio como elemento de desgaste ni de lucha partidaria. El uso sectario de los foráneos colocaría a Canarias en una delicada situación incluso para su principal fuente de riqueza: el turismo.

En estos momentos, a Rodríguez Zapatero y a su equipo hay que dejarlo trabajar, darle confianza y apoyo para alcanzar alianzas diplomáticas que alivien la presión demográfica sobre las Islas, una presión que irá a más con los efectos colaterales de conflictos no resueltos como El Sáhara Occidental o de la búsqueda de recursos energéticos como el petróleo que, supuestamente, yace bajo las aguas que lindan entre Marruecos y Canarias.

El paseíllo de dos días de Zapatero por Tenerife y Fuerteventura estaba minutado por sus asesores y, en este juego de roles y gestos hacia los países africanos, la visita cobra una fuerza extraordinaria para mostrar a los vecinos de la otra orilla que la implicación del Estado en materia de seguridad y control en frontera es una prioridad que no debe ser tomada a broma.

Para Canarias, el conjunto de episodios para frenar la inmigración es variado. Por ejemplo, el abaratamiento del envío de remesas de dinero (girarlas a África cuesta un 63% más que a algunos países latinoamericanos), la financiación al desarrollo del Ministerio de Industria, Cofides y el Bei (176 millones) o los planes de vecindad de las Islas con los países limítrofes.

La coyuntura es de una especial sensibilidad. La lógica y el sentido común nos dicen que la expectativa de estabilidad es factible siempre y cuando los partidos no incurran en una política de oídos sordos.

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