Alfonso Armada: «Si América tiene una esencia, ésa es precisamente la mezcla»

ABC, 13-07-2006

ANTONIO VILLARREAL

MADRID. Alfonso Armada, de quien Juan Goytisolo dijo recientemente en Santander que era uno de los periodistas que más le habían impresionado, mostró el verano pasado en las páginas de este periódico las impactantes experiencias de la vida en la frontera entre México y EE.UU. Un año después de aquellos reportajes, el periodista contrasta desde la distancia todas estas vivencias, recopiladas en el libro «El rumor de la frontera» (Península).

Respecto a los muchísimos inmigrantes que cada verano fallecen al intentar cruzar la línea del primer mundo, Armada recuerda que «una de las políticas que puso en marcha Clinton, al tentar la reelección, fue la de reforzar la frontera en la zona de California – se reforzó el muro desde Tijuana hacia el este – . Como consecuencia de eso, la gente que antes cruzaba por esa zona buscó otras regiones más alejadas y menos vigiladas para poder cruzar, por ejemplo el desierto de Sonora, en Arizona, que es muchísimo más duro, áspero e inhóspito, y eso ha provocado muchas más muertes».

Para el veterano reportero, esta situación «recuerda a lo que pasa en el sur de España, cuando se reforzaron las barreras en Ceuta y Melilla. Siempre sucede, cuando existe una desigualdad tan grande entre dos países tan cercanos es imposible detener el flujo. Uno intenta ponerse en su lugar y acaba determinando que, de estar en su situación, también se jugaría la vida».

El envío de tropas de la Guardia Nacional a la frontera, del que hasta el gobernador de California se quejó amargamente, responde, para Alfonso Armada «a una presión política en Washington, que piensa que un flujo constante de emigrantes latinos alterará la esencia de Estados Unidos, cuando si el país tiene una esencia es precisamente la de la mezcla. También tiene un poco que ver con las lecturas que de ellos han hecho estudiosos como Huntington, diciendo que los hispanos por su carácter, tradición, religión, son un grupo humano menos idóneo para formar parte de la matriz americana, que los blancos, anglosajones y protestantes».

Sin embargo, como conocedor de primera mano de la situación, valora que el presidente no tiene toda la responsabilidad en este hecho. «Bush – dice Armada – ha demostrado ser más inteligente que muchos republicanos, quizás por haber pasado gran parte de su vida en Texas, el tener muchos lazos con esa región y vivir cerca de la frontera le ha hecho ver las cosas de otra manera».

Doble moral sobre la inmigración

Una de las cosas que más sorprendió a los lectores epató igualmente al autor de los reportajes: «Creo que hay mucha hipocresía en el discurso oficial, sobre todo en el partido republicano. Por una parte, es mano de obra que las empresas demandan, y por otra parte, hay un discurso político, también atizado después del 11 de septiembre, de que las fronteras son muy porosas, y de que por ahí se pueden colar delincuentes o terroristas. O sea, que por una parte los necesitas porque además contribuyen a la economía nacional con salarios más bajos pero te molestan porque dices que son distintos a ti, que no actúan como tú», concluye Armada.

Las mil y una maneras que los mexicanos inmigrantes utilizan para cruzar al otro lado es, por motivos obvios, un tema tabú en el libro («no queríamos perjudicarles»), si bien Armada reconoce que «el hambre agudiza el ingenio, y, por ejemplo, en Nogales, un policía nos contó que algunos narcotraficantes tomaban esteroides para correr más, convirtiéndose en auténticas liebres del desierto».

Tanto los lectores como el propio Alfonso Armada pudieron percatarse, a través de estas experiencias que el libro recoge, de la extraña moraleja de que, por alta que sean las alambradas, más alta y fuerte parece siempre para ellos la esperanza de encontrar el sueño americano.

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