El racismo encabeza los delitos de odio en Euskadi y Erkoreka aboga por las sanciones para cortarlos «de raíz»

Las infracciones xenófobas se disparan hasta el 55,7%, siete puntos más desde enero, y ya una de cada tres están relacionadas con la comunidad musulmana

Diario Vasco, JOSÉ DOMÍNGUEZ, 18-11-2021

El racismo está cada vez más presente en la sociedad vasca y así lo reflejan los delitos de odio que registra la Ertzaintza. La xenofobia está detrás de la mayoría de estas infracciones, «muy por delante de las demás causas» y, solo desde enero se ha disparado hasta el 55,7%, siete puntos más que en diciembre del año pasado. 122 de las 219 denuncias contabilizadas en lo que va de año Euskadi. De ellos, destaca además que uno de cada tres tienen que ver específicamente con la comunidad árabe o musulmana.

Así lo ha reconocido este miércoles el consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, en el acto de inauguración de la jornada ‘Desmontando prejuicios sobre el islam’, organizada por la propia Policía autonómica en el Bizkaia Aretoa de Bilbao. Tras subrayar que esta «tipología delictiva» en Euskadi se está incrementando, en su opinión, en gran parte por «la mayor concienciación social y la progresiva formación» de los agentes policiales, el vicehelendakari primero del Gobierno vasco ha hecho un llamamiento a «cortar de raíz» los prejuicios que derivan en estas actitudes discriminatorias y ha apostado porque los poderes públicos lideren esta labor para erradicarlos mediante una estrategia que combine «los discursos», pero también desarrolle la vía de «las sanciones».

Erkoreka ha destacado que «el prejuicio es, por definición, incompatible con el respeto al diferente, que es el cimiento sobre el que descansa la democracia pluralista y abierta». Una consecuencia «casi siempre fruto de la ignorancia», pero que tiene unas consecuencias nefastas en el conjunto de la sociedad. Por eso, considera cada vez más urgente «combatir esta práctica, tan arraigada como negativa, de categorizar a las personas, con arreglo a unos esquemas preconcebidos» que, además, se les atribuyen «de manera automática y acrítica».

«Se empieza desconociendo, se continúa rechazando y se acaba odiando. Y el odio es, ya, un sentimiento a partir del cual no resulta difícil dar el salto hacia conductas que entre nosotros merecen un reproche penal, como el discurso de odio o la inducción al uso de la violencia contra la persona o el colectivo odiado», ha advertido. Y contra esta situación las administraciones públicas pueden combinar solo con otros discursos que traten de neutralizar los anteriores, con medidas sancionadoras y con una «estrategia combinada» de ambos.

El consejero aboga «sinceramente» por esta última opción. «Ambos instrumentos pueden ser eficaces», ha subrayado. De hecho, considera «obligada» la aplicación de las sanciones «cuando el discurso de odio se convierte en la palanca que induce al uso de la violencia contra la persona o el grupo odiado; cuando se enfatiza lo odioso de un colectivo, para alentar la agresión contra él o contra las personas que lo integran».

«Prohibir y castigar no menoscaba la libertad de expresión»
Erkoreka ha ahondado en este planteamiento al asegurar que, en su opinión, «prohibir y castigar el discurso de odio no significa menoscabar la libertad de expresión, que es uno de los fundamentos esenciales de una sociedad democrática». «La libertad de expresión, como viene postulando el Tribunal Europeo Derechos Humanos (TEDH) desde hace años, incluye el derecho a ejercer la crítica, «aun cuando esta sea desabrida y pueda molestar, inquietar o disgustar a quien se dirige, pues así lo exigen el pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura, sin los cuales o existe sociedad democrática».

Erkoreka ha remarcado que, en todo caso, «no se trata de un derecho absoluto, y la libertad de expresión tiene que ceder cuando, de su ejercicio pueden resultar lesionados otros derechos o intereses constitucionales, como la igualdad o la dignidad de las personas». «El TEDH viene considerando, en este sentido, que esta libertad no puede ofrecer cobertura al discurso del odio, y ha llegado a afirmar literalmente que ’la utilización de símbolos, mensajes o elementos que representen o se identifiquen con la exclusión política, social o cultural, deja de ser una simple manifestación ideológica para convertirse en un acto cooperador con la intolerancia excluyente, por lo que no puede encontrar cobertura en la libertad de expresión».

«Intolerancia excluyente»
En su opinión, esta «intolerancia excluyente» a la que se refiere el TEDH es la que se analiza en el informe anual sobre incidentes de odio que desde 2017 realiza la Ertzaintza en colaboración con la Cátedra Derechos Humanos de la UPV-EHU. Josu Erkoreka, en cualquier caso, ha insistido en el incremento de siete puntos de los delitos de odio que ya están relacionados exclusivamente con la comunidad musulmana, del 25% al 32% desde principios de año. 39 delitos denunciados en total. «Creo que la fotografía es clara y elocuente. Urge, por tanto, un esfuerzo colectivo, valiente y proactivo para desmontar prejuicios, percepciones equivocadas y mitos infundados, que alimenten estereotipos potencialmente negativos para la convivencia democrática», ha advertido.

Por ello, ha emplazado a prevenir «el prejuicio que conduce al delito de odio: al discurso de odio, al odio como agravante de los delitos contra las personas y al odio como razón y causa de una simulación de delito». Una deriva que resulta especialmente «grave si se acredita que pretendía estimular el rechazo a un colectivo humano, como podría ser, sin duda, la comunidad musulmana inmigrante».

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