Bagdad ha anunciado una serie de vuelos de repatriación de todos aquellos iraquíes que se encuentren en suelo bielorruso y deseen regresar voluntariamente a casa. El portavoz del Ministerio de Exteriores, Ahmed Shahaf, explicó este domingo por la noche en la cadena nacional que el primer avión despegaría de Minsk el próximo miércoles 18 de noviembre. Es el primer esfuerzo para cerrar el último episodio de la crisis migratoria, que el presidente bielorruso Alexander Lukashenko explotó para presionar a la UE.

El portavoz iraquí no aclaró cuántas personas podrían subirse en los aviones fletados para salir de Bielorrusia. Contabilizó 571 compatriotas actualmente estancados en la zona fronteriza con Polonia, pero dispuestos a volver a Irak. Se estima que hay entre 3.000 y 4.000 personas atrapadas en la boscosa zona de exclusión impuesta por el ejército polaco, a lo largo de la divisoria de su país, para evitar la penetración en su suelo y, al mismo tiempo, que haya testigos de sus acciones.

La presión de la Unión Europea ha servido para que una serie de aerolíneas y autoridades de la aviación civil, principalmente de Oriente Próximo, suspendan sus conexiones aéreas con Minsk o veten a una serie de nacionalidades, prohibiéndoles embarcar o comprar billetes. El viernes pasado, Turquía obligó a dejar en tierra a sirios, iraquíes y yemeníes; el sábado, la compañía privada siria Cham Wings suspendió sus vuelos a Minsk.

Al mismo tiempo, Bagdad, que había suspendido sus vuelos regulares a Minsk el pasado mes de agosto, ha anunciado también que destinará 300 millones de dinares (unos 180.000 euros) a apoyar a sus emigrantes. Muchos de ellos procedían de la norteña región autónoma del Kurdistán, más estable y boyante que el sur pero, al igual que el resto del país, víctima del empeoramiento de las condiciones económicas experimentadas durante los últimos dos años.

A pesar de los planes de Irak, la crisis sigue adelante. El parón en una serie de vuelos a Minsk no evita que la desesperación busque vías alternativas de establecerse en un lugar seguro del mundo, preferentemente en Europa. Bien sea haciendo transbordos en terceros países, bien sea abriendo nuevas rutas, el drama de la inmigración no cesa frente a los intentos de Bruselas de capear el temporal. Sólo cambia de camino.

Este lunes está previsto que el vicepresidente de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, aterrice en Bagdad para discutir la situación con el Gobierno iraquí en funciones. También hoy, los ministros de Exteriores de la UE se reúnen en Bruselas para debatir la ampliación del cuadro de sanciones a Bielorrusia. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha abierto la puerta a sancionar a instituciones involucradas en el tráfico de personas, incluidas aerolíneas y agencias de viajes.