En el último Consejo Europeo, el pasado 22 de octubre, los líderes de los Veintisiete no lograron ningún avance en cuestiones de migración. Al final de la reunión, que era posiblemente la última para la canciller alemana, Angela Merkel, esta dijo que estaba «preocupada» de que Europa todavía fuera «tan vulnerable desde el exterior» por su incapacidad evidente para hacer frente a este problema que ha provocado graves tensiones entre países y en el seno de las sociedades europeas. «Es lamentable que no podamos encontrar una línea común». Por ahora, los remedios individuales se limitan a levantar vallas, muros, protecciones, medidas radicales de contención que a su vez acentúan las disensiones dentro de Europa. Por desgracia, en estos momentos todos se resignan a constatar que a falta de una opción alternativa, los muros y las alambradas son al mismo tiempo la única vacuna y el mayor estímulo para los movimientos nacional populistas que proliferan en toda la Unión Europea.