Desarticulada una banda que traficaba desde Burela con inmigrantes de Perú
Hay dos personas detenidas y otras dos se encuentran en situación de búsqueda y captura
La Voz de Galicia, , 21-10-2021na mujer peruana afincada en Burela ha sido detenida como la presunta cabecilla de una organización criminal que traficaba con inmigrantes desde Perú, con promesas de vivienda y trabajo. La operación, desarrollada por la Policía Nacional, se ha saldado de momento con la detención de otra persona en Madrid y, aunque no se descarta que se produzcan más, se da por desarticulada a la banda, que estaba integrada por cuatro miembros, dos de los cuales están en busca y captura.
La investigación se desarrolló desde la Comisaría Provincial de Lugo, por agentes encargados de los delitos relacionados con la inmigración irregular, a raíz de la denuncia presentada por una de las víctimas en la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras.
El celebro de la banda, la mujer peruana residente en Burela y con nacionalidad española, que lleva viviendo más de 20 años en España, se servía de su conocimiento de los trámites y requisitos para entrar en territorio Schengen para consumar los engaños. El resto de miembros de la organización tendrían un papel más secundario, para dar seguridad y apariencia de legalidad a los flujos migratorios, para no levantar sospechas en los controles fronterizos.
La mujer detenida en Burela, que no tenía antecedentes penales, era quien se dedicaba a captar a personas en Sudamérica, que se encontraban en situación de necesidad o vulnerabilidad, por tener dificultades económicas o porque hubiesen sido víctimas de algún delito en su país, a quienes ofrecía venir a España y establecerse en su domicilio, con la promesa de un contrato laboral que nunca llegaba a formalizarse, porque al llegar a España como turistas carecían tanto de autorización de trabajo como de residencia. La mujer, cerebro de la banda, también se ofrecía a gestionar y financiar los billetes de avión y a realizar todos los trámites necesarios para que pudiesen venir a España, personalmente o con ayuda de sus cómplices.
Cuando las víctimas llegaban a España, sin dinero y en un penoso estado emocional, ya que no conocían a nadie, comprobaban cómo la cabecilla de la banda controlaba todos sus movimientos (a veces también las llamadas telefónicas), estaban sin el trabajo prometido y además sin opciones de poder encontrarlo, por carecer de permiso para ello.
El panorama para las víctimas se agravaba más porque cuando llegaban a España ya tenían una deuda contraída con la mujer detenida en Burela, por las gestiones realizadas, como el billete de avión, traslados, gestión documental o el adelanto de algún dinero para pasar el control fronterizo, a la que aplicaba intereses.
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