Las dos caras del éxodo

ABC, 11-07-2006

TEXTO: SUSANA GAVIÑA FOTO: RENFE

MADRID. Las imágenes de los cayucos y pateras que llegan a la deriva a las playas españolas forman parte de la cotidianidad informativa. Los muertos – hombres, mujeres y niños – , víctimas de la hipotermia y de la inanición, se han convertido en un mero dato cuya frecuencia ha provocado que ya casi nadie se sorprenda ni escandalice por ellos. Esta realidad, su antes y su después, la partida y la llegada a nuestro país ha sido recogida en el anverso de la exposición «De la España que emigra a la España que acoge», organizada por la Fundación Largo Caballero en el Círculo de Bellas Artes, y que cuenta con el patrocinio de Caja Duero. El reverso lo protagoniza nuestro propio país, que también, y por muy distintos motivos, se vio obligado a hacer las maletas y buscar un futuro mejor fuera de nuestras fronteras.

El objetivo de esta muestra es, según Antonio Saracíbar, presidente de la Fundación Largo Caballero, «dar a conocer a la opinión pública y a los jóvenes que España ha sido hasta los años 90 un país de emigrantes. Conocer nuestra historia nos ayudará a entender la situación actual». La exposición se vertebra en dos bloques, distribuidos en ocho apartados, que recorren las distintas etapas de la emigración de los españoles iniciada a finales del siglo XIX, hasta convertirse en un país que ha recibido a más de cuatro millones de inmigrantes.

El primer bloque incluye los distintos destinos de los españoles: América, norte de África, la emigración interior del campo a la ciudad, la provocada por motivos políticos, la emigración a los países más desarrollados de Europa (Francia, Alemania, Suiza); el segundo bloque se refiere a la inmigración procedente de distintos puntos que tiene como destino España: norte de África e Iberoamérica, especialmente.

Más de quinietos documentos, entre fotos, permisos, pasaportes, cartas familiares, baúles, maletas, radios o certificados componen esta muestra. De todos estos objetos destacan la escaleras artesanales construidas para saltar la valla de Melilla, en la que muchos sueños y vidas han sido truncados. A continuación, el fragmento de una instalación que lleva por nombre «El cuerpo del naúfrago, el único continente», obra de la artista Pepa Rubio. «Durante dos años estuve trabajando en las playas de Cádiz recogiendo objetos que quedaban atrás de las pateras, en la travesía hacia Europa», señala. Restos de ropa, fotografías, pequeños objetos que cobran un sentido especial en las manos de Rubio.

Desmontar tópicos y mitos

También se pueden ver varíos vídeos. Uno de ellos muestra el trabajo realizado por el Consulado de Guinea en Canarias, una labor que se inicia en el propio país de origen. «Es un fragmento de 4 minutos, de un vídeo realizado por la organización Nimba, creada por este Consulado, y que se muestra en escuelas, institutos, centros culturales o en las plazas de las mezquitas, cuando nos dejan», explica Alicia Navarro. «En él se explica lo que se van a encontrar después de pagar 1.500 ó 3.000 euros por ir en una patera: distinta religión, idioma… Muchos ni siquiera saben dónde van». En este pequeño fragmento se incluye la declaración de un guineano que cree que su hermano se ha olvidado de su familia «porque le van muy bien las cosas en Europa. Lo que no sabe es que ha muerto en el camino».

Otro de los objetivos de la muestra, según su comisaria, María José Millán, es «desmontar los tópicos y los mitos sobre la emigración española fomentados por el franquismo». Y para ello presenta un paralelismo: la necesidad de tener la documentación pertinente. «Entonces la mitad de los españoles salían de manera ilegal», asegura. Tampoco fueron bien recibidos en todos sus destinos: «Se les consideraba ruidosos, que olían mal y despreciaban su comida, algo muy similar a lo que se escucha actualmente».

La exposición, que se podrá ver en Madrid hasta el 20 de agosto, se presentará después en Galicia, Zaragoza, Sevilla y Barcelona, entre otras ciudades.

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