El delegado del Gobierno en Ceuta volvió a asegurar el pasado viernes,
como ya había hecho el martes, que no tiene constancia de que exista
«alguna situación de peligro» de asalto de inmigrantes en las
inmediaciones de la frontera con Marruecos. El político onubense reiteró
que la Delegación «no cuenta los inmigrantes que hay en Marruecos» y,
aunque reconoció que «sería estúpido negar que hay inmigrantes al otro
lado de la frontera a la espera de entrar irregularmente en España»,
insistió en que «por las informaciones que tenemos, no están constituidos
en ningún grupo ni tienen capacidad para montar una operación similar a la
ocurrida en Melilla».
   La autoridad gubernativa destacó que
Ceuta cuenta con la ventaja de que su orografía fronteriza es «muy
distinta a la de Melilla, lo que hace especialmente difícil que se puedan
producir esas acciones; es decir, pueden ocurrir, pero no se espera»,
concluyó.
   El campamento de Beliones, al que la prensa marroquí
se refiere como el «campamento subsahariano», fue fundado en 1995 por un
grupo de guineanos. Hasta la fecha sólo ha sido desmantelado dos veces. La
primera operación de limpieza del Ejército marroquí, en 2000, fue efectiva
durante aproximadamente doce meses, momento en el que los subsaharianos
volvieron a instalarse en él. Rabat volvió a expulsar a sus ocupantes en
octubre de 2005, cuando sus habitantes superaban el millar. La última vez
que LA RAZÓN visitó la zona, con el dispositivo de persecución en pleno
apogeo, sólo quedaban en los bosques menos de medio centenar de personas.