El origen del continente africano como bomba migratoria

ABC, 10-07-2006

LUIS DE VEGA, CORRESPONSAL

RABAT. ¿Qué hay detrás de la llegada de emigrantes clandestinos del continente africano a Europa? Las cifras lo explican todo. Según datos de Naciones Unidas, casi la mitad de la población de África, el 49 por ciento, vive por debajo del nivel de pobreza. Son 323 millones de personas intentando huir de la precariedad.

«Hemos constatado que en los últimos 20 años África se ha empobrecido, y eso a pesar de que algunas cifras dicen lo contrario por el alza del precio del petróleo en algunos países. Pero por término medio, África se ha empobrecido y Europa se ha enriquecido» explica a ABC el sociólogo marroquí Medí Lahlou. «Que Europa se haya convertido en una especie de fortaleza de desarrollo económico y social mientras que al otro lado tenemos una pobreza que se generaliza no es sostenible a largo plazo», agrega este profesor de universidad que se muestra muy crítico con la gestión que se está desarrollando en Europa del problema de la inmigración clandestina.

El más pobre de los continentes cuenta con más de 16 millones de emigrantes fuera de sus países de origen, de los que 3,6 millones son refugiados. El número de desplazados no deja de crecer y sólo en la última generación se ha duplicado. La gran mayoría traspasa las fronteras dentro de su propio continente, pero para muchos Europa, a cuyo dominio en la época colonial se le achacan la mayoría de los males, acaba siendo la válvula de escape.

La persecución política o los conflictos que se viven en muchos de los países que participan hoy y mañana en la cumbre de Rabat, como Nigeria, Costa de Marfil, Liberia o República Democrática del Congo, son también causa directa de la emigración forzada de sus habitantes. Otros huyen de la sequía que asola a las regiones que rodean el desierto del Sahara.

En los últimos años el norte del continente, sobre todo Marruecos y Argelia, se está convirtiendo en un cuello de botella para todos aquellos que quieren dar el salto a Europa. Muchos ven en estos países del Magreb no sólo la ruta natural para ascender al Viejo Continente, sino una región mucho más estable y próspera que la subsahariana.

Esto ha llevado a las autoridades de Rabat a insistir cada vez más en que, además de como país emisor de emigrantes y de tránsito, sea también considerado como un país de destino de los miles de subsaharianos – y algunos asiáticos – que llegan con la idea de pasar a la Península o a las islas Canarias y acaban instalándose en el Reino alauí ante la imposibilidad de llegar a Europa. Lo mismo puede ocurrir en breve con países como Mauritania y Senegal, desde cuyas costas están saliendo en los últimos meses centenares de embarcaciones hacia Canarias.

Vigilancia «versus» riego

El discurso del profesor Lahlou escenifica lo lejos que a menudo están los puntos de vista de la sociedad civil y los gobernantes. «Puedo poner un ejemplo que conozco bien. Las inversiones que se han hecho para poner en marcha el SIVE (Sistema Integrado de Vigilancia Exterior) en las costas del sur de España y Canarias han supuesto un gasto total de casi 300 millones de euros», afirma tajante.

«He calculado – agrega en declaraciones a este periódico – que si se usara el equivalente de esa inversión para construir pozos o instalar bombas de agua se podrían irrigar entre 500.000 y 600.000 hectáreas en la región del oeste de África y se podría crear empleo y generar riqueza para una población de 5 a 6 millones de personas. Y creo que eso es mucho más importante que los varios miles de personas que el SIVE impide que pasen Estrecho o lleguen Canarias».

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