Rojas: «La diversidad es un problema si no hay integración»

El parlamentario sueco dice que no hay islamofobia, sino

La Razón, 07-07-2006

Navacerrada – Mauricio Rojas nació en Chile, pero se siente sueco. Es
diputado del Partido Liberal de Suecia, país que lo acogió cuando escapó
en 1973 huyendo de la dictadura de Pinochet. Dejó Iberoamérica siendo un
joven de izquierda, marxista incluso, y pisa España redimido hace mucho de
esa ideología para incorporarse a la jornada de la Fundación para el
Análisis y Estudios Sociales (FAES) con una ponencia sobre «Los dilemas de
la sociedad abierta ante la globalización y la inmigración».
   Rojas reconoce la existencia de un nuevo fenómeno. «Hoy el inmigrante no es
emigrante. No emigra, no deja, sigue siendo parte. El problema es cómo
aceptar la diversidad sin que ella se vuelva asocial o destructiva. La
diversidad puede ser un problema cuando no se integra», subraya. Advierte
que hay toda una retórica que impide que se mire críticamente el fenómeno.
«Ha habido un discurso multiculturalista muy fuerte, pero hay
incompatibilidades culturales y de valores evidentes que no se pueden
desconocer, por ejemplo, en la idea de la igualdad entre el hombre y la
mujer en el mundo musulmán».
   Consultado por una supuesta
«islamofobia», responde con elocuencia: «De eso nada, lo que hay es
islamo – preocupación». Confía en la necesidad de que los musulmanes adopten
una versión más secularizada («euroislam») como la que en su momento
realizó el cristianismo. Su experiencia como parlamentario en temas de
inmigración lo define. «El gran asunto es conciliar la libertad del grupo
versus la libertad del individuo y eso es conflictivo. Si le das mucha
libertad a los grupos acabas por aplastar al individuo. Suecia despertó
del multiculturalismo ingenuo cuando aparece este choque, no se puede
querer todo», sentencia.
   Rojas es diputado del Parlamento sueco
desde el 2002 y está seguro de que la disgregación de los inmigrantes
tiene que ver con la globalización que crearía, según él, una posibilidad
para que grupos de inmigrantes vivan como «archipiélagos globales» como
califica a quienes dejan su país pero no lo dejan.
   Cuando se le
pregunta si se considera chileno o sueco contesta con claridad. «Soy
sueco. Salí a los 23 años de Chile. Si no me apropio de mis nuevas raíces
me alieno. Hay muchos inmigrantes que viven alienados, sin integrarse. Yo
me he esforzado por incorporar las tradiciones suecas, lo que no quiere
decir que yo sea igual a un hombre nacido en Suecia».
   Rojas
tiene certezas sobre el rol que juega el lenguaje. «El idioma no es sólo
un vehículo sino el modo de pertenecer a una historia y una cultura, quien
quiera pertenecer a una nación debe al menos dominar su lengua» y agrega
«la inmigración es un río que lleva fuerza y una energía fantástica pero
arrastra también otras cosas, hay desperdicio. Pero lo básico es su
integración al trabajo, ahí su aporte económico».
   

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