Carolina Yuste: "El feminismo, el ecologismo y el antifascismo deberían ser temas transversales que nos uniesen a todos"

El Mundo, , 22-07-2021

Carolina Yuste. Badajoz, 1991. Desde que ganó el Goya en 2019, no ha parado, pero su visión del éxito, aunque lo tiene, no es la estándar. Mañana estrena El Cover, donde clava a Amy Winehouse, y sigue yendo a cada batalla.

¿Qué cantas en la ducha?
Mucho flamenco, a Beyoncé y a Amy Winehouse, como en la peli. Ya antes era de mis Top-3 de la vida. La amo, la adoro y siempre me genera una tristeza muy profunda todo lo que le hicieron y cómo acabó. Ahí la llevo, bien dentro.
La película habla del miedo al fracaso. ¿Lo sufres o lo has sufrido?
Es algo que está ahí todo el rato en esta profesión porque tenemos unas estadísticas que son nefastas para los que nos dedicamos a esto. El otro día salía otra vez: el 92% de las actrices y actores de España no pueden vivir de ello. Yo soy una privilegiada y me consta. De todos modos, con esto del éxito creo que estamos educadas y educados en una idea del éxito que tiene que ver no con el éxito personal, lo que nosotros realmente deseamos, sino con el éxito dentro de un sistema, lo que los demás esperan de nosotros. Todo el rato intentamos tener éxito dentro de este sistema y nos escuchamos muy poco a nosotros mismos. Si lo haces un poco, a lo mejor llegas a entender que tu éxito reside en otro espacio y no implica tener vestidos de grandes marcas, una casa increíble, millones de seguidores y ser la prota de pelis de Hollywood. A lo mejor el éxito puede residir en hacer algo más chiquito y construir una familia o construirse a sí misma. Lo que pasa es que lo social nos empuja a lo otro.
¿Te sientes presionada?
Si, hay presión. Vivimos en un sistema tremendamente capitalista que cada vez es más individualista, cada vez estamos más separadas, y ahí existe esta cosa de querer llegar al top de algo que ni siquiera tiene que ver contigo. Estás siendo empujada hacia ese supuesto éxito todo el rato por los demás y ahí es donde entran las ansiedades, los miedos y la sensación de fracaso. No nos han enseñado a lidiar con esto. Nos han dicho que si estudiábamos no sé cuántas carreras y hacíamos no sé cuantos masters íbamos a encontrar un curro estupendo y ahora vemos que esto no está siendo así para mucha gente. En esta sociedad, el éxito se ve desde un prisma demasiado individual para mi gusto. Yo hago, yo logro, yo gano. No valoramos el bien común como un éxito personal.
Desde que ganaste el Goya, ¿se te empuja hacia ese estrellato más convencional?
Todo el rato, claro. Todo el rato. Así que intento volver a escucharme y entender lo que implica para mí lo que me está sucediendo. Tenemos demasiada información y constantemente te comparan desde fuera con lo que deberías o no deberías hacer ahora, lo que les ha funcionado a otras actrices… Cuando me dieron el premio, lo que conquisté fue un espacio. Mi espacio. Fue: “Hostia, soy Carol, soy de Badajoz, llevo no sé cuántos años estudiando esto, he hecho mucho teatro y, de repente, acabo de conquistar este espacio en el que muchos profesionales y espectadores saben de mi existencia”. Evidentemente, a nivel social implica un éxito, pero para mí el éxito residió en el hecho en sí de la conquista de un espacio que me había currado y que quería tener, pero ya está. El premio es un reconocimiento hermoso, pero no te van a pagar ni a darte 200.000 contratos por ello.
Ganaste el Goya con 27 años, tampoco tardaste mucho en conquistar ese espacio.
Lo que pasa es que desde pequeña ya estaba metida en esto. Soy un poco culo inquieto, estaba muy cerca de la danza y mi padre siempre me llevaba a conciertos y obras de teatro. Desde niña sabía que probablemente iría por ahí. Y a los 19 años o así encontré a un profe de interpretación que me motivó y dije: “Uy, voy a probar con esto de hablar”. Y aquí sigo… de momento. No sé si esto durará mucho rato, aunque quiero crear mis propios proyectos para hablar de lo que a mí me interesa y poner el foco donde yo quiero. Muchas veces me planteo que podría hacer otras muchas cosas, pero este curro te da un altavoz, bien sea esta entrevista o una película, que puedes enfocar hacia donde te interese y eso es lo que yo he querido siempre: trabajar en lo social, apuntar a las voces que nunca escuchamos y a los espacios que no miramos. Eso es lo que me interesa y, si no hubiera salido esto de actriz, sería trabajadora social o antropóloga.
¿Entiendes el arte como agitador social y político?
Sí, creo que tiene dos funciones, el entretenimiento y el espejo, y el entretenimiento puede ser un gran espejo. A veces asumimos esta convención de que el teatro o el cine comercial no deben agitar y es mentira. El entretenimiento puede ser un agitador muy poderoso y a veces dejamos eso limitado a las pelis independientes. Es un error total porque lo interesante es llegar a públicos cada vez más amplios y que la gente joven o la que no se acercaría generalmente a un espacio teatral, puedan acceder a esto. El público no es idiota.
¿De qué trabajo estás más orgullosa?
Prostitución [la obra teatral de Andrés Lima que protagoniza desde hace año y medio junto a Carmen Machi y Nathalie Poza] ha sido probablemente mi trabajo más revolucionario. A nivel personal, lo que he vivido encima del escenario y en todos esos clubs a los que fui para hablar con todas esas mujeres y prepararme, me abrió la mente. Yo quiero que evolucionemos hacia una sociedad más cuidadosa, en la que mirarnos un poco mejor al otro, sobre todo al que más distinto es. Esos son los proyectos que me interesan, los que dan esa batalla.
¿Qué batallas son las que más te importan?
Ahora mismo hay tantas pelotas en juego… En las últimas semanas estamos viendo cómo cada vez es todo más violento y agresivo. Creo que si empiezas a desglosar cada uno de estos casos aislados, el origen es el mismo: el heteropatriarcado capitalista. Ahí está todo. Hemos construido un sistema que no está funcionando y hay que asumirlo. Mira, si ese heteropatriarcado capitalista funcionase, diría: “Bueno, venga, vivamos aquí”. Pero no funciona y todo lo que estamos viendo, todas las agresiones homófobas, cómo nos estamos cargando el planeta y los recursos de los países más empobrecidos, cómo sale un señor diciendo que hay que reducir el consumo de carne y la gente le machaca, pese a que es de cajón de madera de pino porque nos vamos a asfixiar en 30 años… Todo eso demuestra el fracaso de este modelo. Hemos conseguido generar cero escucha y cero empatía hacia realidades absolutas y convertirlas en algo ideológico y de bandos cuando son de sentido común.
Son movimientos que deberían ser transversales.
Exacto. El feminismo, el ecologismo y el antifascismo deberían ser temas transversales que nos uniesen a todos. Yo me vuelvo muy loca cuando hablo de esto y de repente me dicen: “Es que tienes un pensamiento muy de izquierdas”. ¿Cómo es posible? ¿Qué tendrá que ver comer menos carne con una ideología? Si no reducimos el consumo de carne y si seguimos contaminando como contaminamos, en 30 años medio Mediterráneo se va a ir a la mierda, nuestros hijos no van a poder respirar y lo vamos a pasar muy mal. Los de izquierdas y los de derechas. ¡Es ciencia! ¡Escuchad a los científicos y dejaos de política! Me desespera.
¿Te preocupa que posicionarte de una manera tan clara afecta a tu carrera?
Todo el rato me dicen que esto me puede pasar. No lo sé. Yo tengo una posición de haber leído bastante, haber mirado a la persona que tengo enfrente, entender lo que le sucede e intentar generar un bien común. Soy una privilegiada, pero no es para mí un privilegio individual. Creo que hay que posicionarse porque hay que generar referentes y yo no quiero ser actriz para sanar mi ego. Es hermoso que la gente te diga qué bien lo haces, te den curros chulísimos y poder pagar tu alquiler tranquilamente. Es precioso. Pero yo quiero algo más. Tengo una hermana de 13 años y un hermano de 20 y para mí es importante que lo que yo les diga ayude a que mañana sean mejores seres humanos. Ya está, eso es lo que me importa y no una ideología. Por supuesto, que la tengo y la reviso constantemente, porque no planto la bandera por nadie, pero creo que si única y exclusivamente usamos la palabra “cuidar” como objetivo vital, deberíamos pensar todas igual.
No parece que vayamos bien en esto…
Ya, tiene que ver con el miedo. Miedo a perder sus privilegios y asumir sus responsabilidades. Cuando se produce algún hecho desagradable vinculado con el machismo, el racismo o la homofobia, escucho mucho ese comentario de “hombre, es que esto no es mi culpa”. Vale, cariño, no te agobies. No hace falta que te vayas a casa fustigándote, pero asume tu responsabilidad. Como hombre blanco hetero, asume tu responsabilidad. No pasa nada. Revísate, habla con tus colegas y entiende que los patrones están cambiando, igual que lo hago yo con mis amigas. Yo como mujer blanca asumo mi lugar de privilegio con respecto a una mujer racializada y no pasa nada. Démonos las manos, chicas, chicos, chiques; intentemos entender que en la diversidad está lo hermoso y ya está.
Suena más fácil de lo que es.
Ya, es que para mí sí lo es. Parece tan obvio. El respeto a la naturaleza, no tirar una colilla al suelo, no hacer un botellón y dejar las cosas allí… Joder, es que es dos más dos. Cariño, vivimos en una sociedad en la que no es necesario que te comas un filete cada día. No es bueno para tu salud y no es bueno para el planeta. Nadie te quiere hacer vegano, como soy yo, sólo razonable. No sé dónde está el problema. Pero está, es evidente que está.
Cumples 30 la semana que viene. No quiero hacer sangre, pero aquí ya empiezan las crisis.
Impresiona, eh. Treinta años en el mundo, viviendo cada día. Y se han pasado volando. Ya no eres una veinteañera, guapa, madura (risas). La verdad es que yo siempre me he relacionado con gente mucho más mayor que yo, así que esto lo veía venir hace tiempo y de momento no tengo crisis. De momento. Veremos en un mes.
Los 30 están de puta madre, hazme caso. Lo crudo viene luego.
Los 30 son guay porque ya estás un poquito hecha. Has ido aprendiendo, te has ido cocinando y empiezas a entender de qué pie cojeas, cuáles son las cositas que te tienes que currar. Los afronto con optimismo. Voy encontrándome cada vez más a gusto y he entendido cuáles son las heridas que he tenido que ir limpiando. Me siento en paz, me siento en calma y me rodeo de unos seres humanos increíbles. Estoy en el camino de ser la persona que quiero ser.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)