Aumenta la inmigración en Santiago, que tiene una media de edad de 35 años Margarita

En los últimos seis años, el padrón de extranjeros creció en 1.968 personas

La Voz de Galicia, MARGA MOSTEIRO SANTIAGO / LA VOZ, 19-07-2021

La población extranjera en Santiago creció en un 53 % en los últimos seis años, pasando de 3.731 personas a 5.699 en el 2021. El crecimiento viene siendo gradual a lo largo de este período, y en el padrón municipal de Santiago están inscritos ciudadanos de 23 nacionalidades diferentes, y con representación de todos los continentes. La media de edad de los extranjeros afincados en la capital gallega es de 35 años, y mayoritariamente se trata de extranjeros de habla hispana. Entre las 16 nacionalidades con mayor presencia en Santiago, siete son de países latinoamericanos.

El colectivo más grande es el de los venezolanos, que pasaron de 147 en el 2015 a 740 personas este año. Se trata de un crecimiento del 80 %, siendo el 2018 el año en el que se produjo el mayor salto de personas procedentes del país caribeño. Los segundos son los brasileños, que pasaron de 240 en el 2015 a 406 en la actualidad, es decir, un incremento del 40 %. El de los ciudadanos peruanos es otro de los grupos que más aumentó en estos últimos años. Hace seis eran solo 90 y actualmente son 331.

Menos portugueses

El número de emigrantes portugueses, a diferencia de lo que ocurre con la mayoría de las nacionalidades, registra un retroceso entre el 2015 y este año, pasando de 423 ciudadanos inscritos en el padrón municipal de Santiago de hace seis años a 352 en el registro del 2021. También los emigrantes franceses se redujeron en los seis últimos años, pasando de 148 a 119. El resto de las dieciséis nacionalidades más numerosas se incrementaron en este mismo período. Entre las 16 más numerosas hay cinco países europeos: Portugal, Italia, Rumanía, Reino Unido y Francia. De África solo Marruecos, y de Asia, China, son los grupos de ciudadanos con mayor presencia en Santiago.

En la capital gallega hay extranjeros de casi todas las nacionalidades del mundo, pero en algunos las colonias son muy pequeñas. Los países con una sola persona residiendo en Santiago son: Bahamas, Bangladés, Chad, Eslovenia, Etiopía, Guinea, Guyana, Kuwait, Libia, Malasia, Malí, República Democrática del Congo, Príncipe, Sudán, Timor, Uganda, Sierra Leona y Zimbabue. En Santiago hay dos ciudadanos de las siguientes nacionalidades: Andorra, Bielorrusia, Congo, Guatemala, Letonia, Madagascar, Myanmar, República Eslovaca, Singapur, Sri Lanka, Sudáfrica y Tailandia.

En el padrón municipal de Santiago de este año están inscritas cuatro personas sin nacionalidad. Son cuatro apátridas, que constan así en el padrón al no estar reconocidos como ciudadanos de ningún país del mundo. En dos de estos casos tampoco consta la nación de procedencia de los empadronados; un tercero procede de Alemania y el cuarto de Palestina. Se trata de una mujer y tres hombres con edades comprendidas entre los 40 y 29 años. Estas personas permanecen como apátridas hasta que se tramite, si es posible, la nacionalidad española.

CATUXA PRIETO
«La familia tenía en Venezuela 80 de experiencia en floristería, y ahora tenemos dos locales aquí»
Elio de Abreu, su mujer Estefanía; su primo José y la mujer de este, Carolina Ciulla, llegaron a Galicia con la necesidad de «conseguir una vida tranquila y en busca de la seguridad que no hay en Venezuela». Cuando Elio y Estefanía llegaron hace cuatro años, y su primer trabajo fue de panadero, «nada que ver con lo que hacía en Venezuela; allí la familia tenía negocios: ochenta años de experiencia en flores y plantas, pero hay que adaptarse a lo que sea». En la decisión de afincarse en Santiago tuvo mucho que ver la hermana de Elio, que llegó hace 12 años: «La cosa se puso peor allí, y tomamos la decisión de marchar. No es una decisión fácil, porque dejas una vida para no saber lo que pasará aquí. Se echa mucho de menos aquello, y lloras. Dejas una vida y los negocios, pero la seguridad es fundamental». Elio nació en Venezuela, pero sus padres son portugueses, de Madeira, y los de Estefanía, de Venezuela e Italia.

Tras unos años de «duro trabajo, surgió la oportunidad de tener nuestra propia empresa». Hace un año, en plena pandemia, los cuatro se unieron para hacerse cargo de la floristería de Frei Rosendo Salvado, que hasta entonces estaba regentada por un matrimonio de argentinos, que llevan más de cuarenta años en Santiago. «Ellos nos están ayudando mucho. Nos sentimos acogidos, la gente en Santiago es muy agradable, estamos bien», comenta Estefanía. Reconocen que asumir el negocio «era un riesgo, pero la vida está llena de riesgos, y hay que apostar. Estoy, estamos sorprendidos con la aceptación de la gente de Santiago. Acá hay mucha cultura de las plantas y de las flores. Se nota el apego a la tierra. Venezuela es más de flores, y aquí de plantas. Estamos muy contentos. Trabajamos mucho, pero felices».

Las dos parejas, lejos de conformarse con la pequeña floristería del Ensanche, decidieron seguir apostando fuerte por su futuro. «Vimos el local de Carreira do Conde y nos pareció que podía ser un lugar perfecto para una floristería, y nos lanzamos a abrir». La inauguración fue hace solo un par de meses, «es muy bonita, y la acogida es fantástica. Creo que el confinamiento hizo que la gente se acercara a las flores. Dan alegría y color en medio de tanta angustia. Sentarse en un salón con flores es más relajante».

Estefanía reconoce que «no es fácil dejarlo todo, pero estamos bien, y aunque se echa de menos Venezuela, aquí mi hijo tiene seguridad. Eso es fundamental. Hay que echar muchas horas en los negocios, pero eso no nos preocupa», afirma.

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