Un día para abrir la mente a otras culturas

Cinco familias sirias y un niño de la guerra de Barakaldo son los protagonistas del Día Internacional de las Personas Refugiadas en Bilbao

Diario Vasco, LUIS LÓPEZ, 22-06-2021

La historia siempre sigue una dinámica circular. Es decir, a todos los países les toca estar en el lado bueno del mundo en unas épocas, y en el lado malo en otras. Se ha visto muy bien este domingo en Bilbao durante la celebración del Día Internacional de las Personas Refugiadas. Se acercó José Luis Etxebarria, que fue niño de la guerra y le embarcaron en Santurtzi con cinco años escapando de la contienda civil y buscando acogida en Francia. Eso fue hace más de ocho décadas. Junto a él, también estuvieron en la plaza del Funicular cinco familias sirias que dan ahora a Euskadi la oportunidad de suministrar la generosidad y justicia que en otros tiempos recibió.

Quiso el Gobierno vasco dotar de este simbolismo a una fecha muy señalada porque el mundo nunca había tenido a tanta gente sufriendo los estragos de distintos conflictos. «Hay noventa millones de personas desplazadas, nunca había habido tantas. Es un drama y Europa y Euskadi no pueden mirar para otro lado. Nos jugamos nuestros valores y nuestro futuro», dijo la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal. También estaba Sophie Muller, máxima representante de Acnur en España, que ha destacado la importancia de que se involucre la sociedad civil a la hora de facilitar la acogida a gente procedente de países en conflicto.

Esa es la particularidad del programa Patrocinio Comunitario impulsado por el Ejecutivo de Lakua y con el que se echa una mano a las cinco familias sirias que llegaron a Euskadi el 26 de marzo de 2019. Son 29 adultos y 16 menores que han encontrado un nuevo hogar en Bilbao, Arrigorriaga, Portugalete, Andoain y Vitoria. Salieron de Jordania, donde permanecían en un reasentamiento desde que habían salido de su Siria natal.

El programa es gestionado por Cáritas y la Fundación Ellacuría, de Jesuítas. Son ellos los que facilitan los pisos en donde se alojan las familias y son sus voluntarios quienes les asisten en todo lo necesario: desde cómo hacer la primera compra hasta ir al médico, gestionar papeles, familiarizarse con las costumbres, aprender español… Todo. El Gobierno vasco, por su parte, aporta la manutención a las familias (que no tienen derecho a la RGI por no cumplir con el requisito de residencia mínima) y una ayuda a las ONG para contratar a media jornada a un trabajador social que ayude a los refugiados. Artolazabal ha anunciado que este programa, que nació en 2019 inspirado en una iniciativa canadiense y que ha servido de referencia para otros similares en Navarra y la Comunidad Valenciana, se va a prorrogar dos años más.

Durante esta mañana ha habido talleres de dantzas y herri kirolak para los niños y niñas. También ha estado la música vasco-árabe de Musta Cuartet, y el grupo Salbatzabile Dantza Taldea. Minwer Albashan, Wafaa, Adnan, Sidra, Mashael y Sham hablaron más de la generosidad que están recibiendo aquí que del horror que sufrían en Siria, igual que Sara, Dana, Sarwa, Kaleb y Nur. Hay muchas historias duras tras esos nombres pero dicen que ahora están bien. Como la consejera sabe que aún hay ciertos recelos en parte de la sociedad vasca, llamó a la ciudadanía a «desprenderse de los prejuicios y abrir la mente para darnos cuenta de lo enriquecedor que es conocer otras culturas y otras formas de afrontar la vida».

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