Atentados del 7-J, un año después
Ni 'Londonistán' ni 'Eurabia'
La comunidad islámica de Gran Bretaña no es un bloque social homogéneo pero ahora se siente más discriminada
La Vanguardia, 04-07-2006Rafael Ramos | En círculos neoconservadores se ha puesto de moda usar con un retintín despectivo el concepto de Eurabia para definir la confluencia de una creciente población musulmana con los sistemas de bienestar social y las economías estancadas de la vieja Europa, y Londres es con frecuencia caricaturizado como Londonistán, ese paraíso de tolerancia multicultural explotado por el radicalismo islámico para la financiación y preparación de actividades terroristas. Pero meter en el mismo saco y considerar un bloque sociológico, religioso o ideológico a los 1,6 millones de musulmanes que viven en el Reino Unido (un 2,8% de la población, frente al 9% de Francia, el 8,6% de los Países Bajos o el 3,9% de Alemania) es una extraordinaria simplificación que no se ajusta en absoluto a la realidad. “Lamentablemente, los blancos no distinguen entre un musulmán, un sij o un hindú, toda la gente de piel oscura les resulta lo mismo, y por tanto no es de extrañar que las actividades de un puñado de extremistas sean atribuidas a todos los pertenecientes a una misma fe”, señala Mnazoor Moghal, ex presidente de la Federación de Organizaciones Musulmanas de Leicester y próspero hombre de negocios.
Un año después de los atentados del 7-J en el metro de Londres, la comunidad islámica se considera victimizada por la reacción del Gobierno de Blair, de la policía, los servicios secretos, la prensa sensacionalista y un sector de la opinión pública. Redadas como la de Forest Gate dos centenares de agentes especiales se presentaron de madrugada en un barrio humilde de Londres, aterrorizaron a los vecinos y se llevaron como sospechosos de terroristas a dos hermanos, para decir después que había sido un “error” han contribuido al miedo, la inseguridad y un sentimiento de discriminación.
El hecho de que los responsables de los atentados no tuvieran conexión demostrada con Al Qaeda, y de que se tratase de jóvenes nacidos en Inglaterra, ha contribuido a alimentar la fractura entre los islámicos y no islámicos del país. Pero en realidad Scotland Yard admite que como mucho hay 8.000 “potenciales terroristas” (ya una exageración, según grupos de derechos humanos) y 30.000 “simpatizantes”. "Es cierto que hay algunos musulmanes con una visión radical, la mayoría procedentes de Oriente Medio y que han venido de paso, sin deseo de instalarse – explica Zaynul Haque Peerbhai, director de la organización de beneficencia Islamic Relief, británico de padres indios, un hombre amable de poblada barba que viste con túnica y cuya vida gira en torno a la mezquita-.
Por ello dentro de la propia comunidad islámica existe un recelo hacia los nuevos, cuyas reivindicaciones nos complican la vida a los que llevamos aquí tiempo o hemos nacido aquí. No se puede simplificar y atribuir las mismas actitudes a los pakistaníes, a los bengalíes, a los turcos, a los magrebíes…".
Ello no quiere decir que los atentados no planteasen el problema de integración de las segundas y terceras generaciones, jóvenes nacidos en el Reino Unido cuyos padres son funcionarios o comerciantes, que se debaten entre el hedonismo de la vida cotidiana y las enseñanzas tradicionales, rechazan las políticas neocoloniales de Occidente y son engatusados por los imanes radicales que hasta hace poco podían predicar el odio en las mezquitas y que los servicios de inteligencia creían tener controlados. Es un cóctel explosivo, que en la inmensa mayoría de los casos sólo produce rechazo o confusión, pero hace un año tuvo consecuencias nefastas.
Un 80% de los pakistaníes y bengalíes tiene ingresos inferiores a la media nacional; un 31% de los musulmanes carece de estudios cualificados; un 14% de los hombres están en paro, frente a la media, inferior al 5%; el 68% de las mujeres no trabaja, frente a la media del 27%; un 12% de sus hogares carece de electricidad. El porcentaje de propietarios es muy inferior a la media, y el de discapacitados permanentes muy superior. “Las estadísticas están muy bien concluye el profesor y sociólogo Roger King, pero es ridículo hablar de un bloque uniforme. La comunidad islámica de ciudades deprimidas como Oldham o Bradford no tienen nada que ver con las del Londres próspero. Londonistán es un mito y Eurabia también”.
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