La fotografía era más que una forma de ganarse la vida para Víctor Iglesias González (Ourense, 1976). Era su pasión. A ella dedicaba jornadas que podían volverse interminables, en las que trabajaba completamente ajeno al paso del reloj, y en ella volcaba toda su creatividad artística y todo su saber hacer técnico.

Como él mismo contaba, desde que en el año 1995, y sin haber cumplido los 20 años, decidió tomarse más en serio su afición —completando un curso de fotografía analógica de más de 1.500 horas—, la cámara fue su compañera inseparable.

Esa pasión por la fotografía le sirvió incluso para alimentar los fondos de la oenegé Galicia Terra de Acollida. Cuando llegaron los momentos más duros de la primera crisis de este siglo y las arcas de este tipo de colectivos sociales comenzaron a mermar drásticamente por la rebaja de ayudas institucionales, Víctor Iglesias González no dudó en ceder parte de los beneficios obtenidos de alguna exposición organizada para vender su obra.

Desde la oenegé Galicia Terra de Acollida, Víctor tampoco vaciló a la hora de levantar la voz. Fueron muchas las ocasiones en las que denunció públicamente las barreras injustas, las discriminaciones y las dificultades cotidianas a las que tenían que enfrentarse quienes llegaban a Ourense desde fuera de las fronteras del primer mundo buscando una vida mejor.

Pero ese mismo corazón, apasionado y solidario, que llevó a Víctor Iglesias González a aceptar la presidencia en el año 2007 de esa asociación de ayuda al colectivo de inmigrantes , dejó de latir este jueves, con tan solo 44 años. Sufrió un infarto. Sus familiares y sus amigos lo despiden este viernes con un funeral en la iglesia parroquial de Santo Domingo.