Tres de cada cuatro inmigrantes creen que Madrid es el mejor lugar para vivir

Un informe municipal dice que el noventa por ciento de los extranjeros no

La Razón, 04-07-2006

Madrid – Un laboratorio interior que mira al exterior. Diecinueve personas,
algunas llegadas de diversos rincones del mundo, que intentan entender la
aldea global en la que se ha convertido Madrid. Hablan con españoles e
inmigrantes. El objetivo buscar el punto de encuentro. Ese en el que se
vive y se deja vivir.
   En los últimos nueve años la población
extranjera ha crecido un 300 por cien. Ya hay 50.000 madrileños con una
pareja de otra nacionalidad. Son 10.000 las parejas integradas por
extranjeros de diferentes nacionalidades. Una de cada diez personas
afiliadas a la Seguridad Social no han nacido dentro de nuestras
fronteras. En 2004, la aportación de los de fuera al Producto Interior
Bruto de la ciudad superó los 6.320 millones de euros. Hay 800
restaurantes en la capital cuyos dueños llegaron aquí con la idea de poder
montarse a un sueño.
   Todo esto son datos. Cifras sacadas del
trabajo del Observatorio que van reflejando la nueva realidad social hacia
la que se mueve la ciudad. Madrid se mezcla en sí misma, como demuestran
los matrimonios que se han inventado aquí entre los de dentro y los de
fuera, sin que ya se sepa muy bien quiénes son unos y quienes son los
otros. «Necesitábamos conocer la verdad», dijo el alcalde de Madrid,
Alberto Ruiz – Gallardón, que visitó el centro junto a la concejala de
Servicios Sociales, Ana Botella. Lo dijo mientras desmenuzaba las
conclusiones del informe. Del mismo, de lo que dicen los números y no las
palabras, se desprende la importante labor que los inmigrantes realizan en
la economía de la ciudad. «Sin ellos sería imposible que Madrid fuera el
motor de España. Sería imposible tanto progreso», explicó el alcalde.
   La ciudad que acoge. Una de las labores más importantes del Observatorio es
detectar los posibles conflictos de convivencia que puedan ocurrir en
Madrid. Las conclusiones hablan de una ciudad de acogida: el 90 por ciento
de los inmigrantes consultados asegura no sentirse discriminado. El 84 por
ciento de los españoles y el 74 por ciento de los extranjeros elegirían la
capital como su primera opción para vivir.
   El tópico de los
problemas vecinales también se cae – al menos se convierte en anécdota – . El
55 por ciento de los vecinos de un mismo edificio afirmaba tener una buena
realción de convivencia; el 33 calificaba esa relación de indiferente y
ducada y sólo el uno por ciento la tildaba de mala.
   Botella
explicaba que se seguirá trabajando en la misma línea y ponía el acento en
el futuro. «De lo que hagamos ahora depende la ciudad que tendrán nuestros
hijos».
   El Observatorio es, a juicio de la concejala, un
instrumento valioso para construir ese mañana. «Éste es un microcosmos que
representa muy bien la realidad de la ciudad». En el centro trabajan
personas de Camerún, Marruecos, Bélgica, Argentina, Chile, Venezuela y
Portugal.
   Palabras como símbolo. Del Observatorio salen números y
palabras. Estas, las palabras, son las protagonistas de aquel lugar. El
área de coordinación, por ejemplo, tiene un letrero que da la bienvenida:
«Ashira. Persona o lugar que propicia paz, convivencia y armonía». Hay
más, uno por sala. «Chi Pishab: En Kiché nombre de montaña. Pararse y ver,
juntar el pensamiento». Detrás de aquellas palabras está la secretaría
técnica. El último: «Gezellig: En flamenco, lugar acogedor especial,
agradable».
   Pero quizá la frase de un cartel resuma mejor todo:
«Cuando algo es necesario e imposible, hay que cambiar las reglas del
juego».
   

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