EDITORIAL
El drama a la puerta de casa
La muerte de un migrante en el Bidasoa al intentar cruzar la frontera enlaza con la crisis en Ceuta y el cementerio del Mediterráneo
Diario Vasco, , 24-05-2021La pasada semana arrancó con la llegada en avalancha, consentida por Marruecos, de miles de inmigrantes a las playas de Ceuta y ha finalizado con la muerte, ahogado en el Bidasoa, de Yaya, el joven costamarfileño que trataba de cruzar la muga a la desesperada. Un menor que se desconoce si iba con el fallecido fue rescatado felizmente con vida, desnudo, estremecido y exhausto, cuando intentaba pasar también a nado a suelo francés. Los arenales ceutíes y el río guipuzcoano enlazan a un millar de kilómetros de distancia la tragedia de quienes huyen de la guerra, la miseria o ambas en busca del cobijo de una Europa que les permita albergar, al menos, una expectativa vital. Porque no hay existencia soportable si no existe confianza, esperanza, en un presente y un futuro mejores. El éxodo a la ciudad autónoma fronteriza con Marruecos ha adquirido una dimensión singular por el conflicto diplomático que late en trastienda de la crisis migratoria, conectado con la posición española en el conflicto sobre el Sáhara. Pero el trasfondo de las angustiosas imágenes de una niña auxiliada ‘in extremis’ en el mar ceutí es el mismo que se presiente tras las mamparas de la Ertzaintza cubriendo el cuerpo del subsahariano muerto en el río Bidasoa: la búsqueda, con apenas una mano delante y otra detrás, de una vida que quienes escapan de sus países no creen posible encontrar en el lugar que los vio nacer.
El ignominioso cementerio en que se ha convertido el Mediterráneo ha enterrado a miles de seres humanos de cuya vida y muerte no hay ni siquiera constancia. Las desconcertantes imágenes de la entrada masiva de migrantes marroquíes a Ceuta y el drama que se adivina en la frialdad del Bidasoa hacen corpórea esa tragedia, nos la coloca delante de los ojos a las puertas de nuestro acomodado bienestar. Es estremecedor que Marruecos utilice como ariete presuntamente diplomático el sufrimiento de los suyos, pero aún lo es más que su Gobierno, como tantos otros en los que la democracia y el progreso resultan aún ilusorios, asuman con aparente naturalidad el desdoro de que sus ciudadanos tengan que marcharse de sus propia tierra. Como sigue siendo inaudito que la UE renuncie a liderar una política migratoria respetuosa con los derechos humanos que no parezca tan vicaria de estados que maltratan a sus ciudadanos. Blindar las fronteras tiene un coste que no puede ni debe orillarse mientras no se ofrezcan alternativas más humanas y viables.
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