Pacificadores urbanos

El Mundo, 03-07-2006

Un equipo de mediadores desencalla conflictos vecinales de difícil solución en L’Hospitalet de Llobregat Parecen ya lejanos los tiempos en que se la consideraba la novena provincia andaluza. «Ahora vamos camino de ser un condado ecuatoriano», bromean algunos vecinos. Con una larga tradición de acogida de emigrantes a sus espaldas, L’Hospitalet de Llobregat se prepara para abordar la nueva realidad social.


Un día a día que, además de rico y diverso, es muy numeroso.La comunidad de origen inmigrante alcanza el 23% del padrón, si bien en los barrios de la zona norte de la ciudad la concentración es más amplia y sobrepasa el 30%. Son más de 57.000 los ciudadanos de fuera de la Unión Europea en L’Hospitalet, principalmente ecuatorianos, bolivianos, colombianos, y asentados sobretodo en Collblanc – La Torrassa, La Florida y Pubilla Casas.


El colectivo inmigrante supera en varias escuelas de esta zona el 50% de los alumnos inscritos, aún lejos de los porcentajes de hasta el 80% que se registran en las del distrito barcelonés de Ciutat Vella.


El Equipo de Gobierno, los grupos municipales y las entidades de la ciudad trabajan en actuaciones dirigidas a la integración de la nueva ciudadanía en una sociedad que poco tiene ya que ver con la de hace dos o tres décadas. «Las relaciones no son tan cercanas como antes», explica la concejal de Servicios Sociales, Dolors Fernández. «Antes había permanencia en las vidas de la gente, ahora se imponen la distancia, la movilidad y los cambios.Los vecinos no se conocen entre ellos, y ni mucho menos son amigos».


El consistorio, ante la complejidad del nuevo tejido social y tras detectar ciertas zonas de conflictividad, se propone implicar a los residentes en una «nueva manera de organizar las relaciones» que permita acabar con los estereotipos y promover «la igualdad de derechos y obligaciones».


Para ello, L’Hospitalet ha introducido un equipo de 10 personas – seis educadores, dos asistentes sociales y dos psicólogos – destinado a desencallar tensas situaciones de convivencia, generar acuerdos y prevenir conflictos en el espacio vecinal, público y educativo.«Intentan cambiar la historia de los enemistados», señala la edil, «aportando visiones externas y sin tomar partido».


Son los mediadores sociales, neutrales, dialogantes, y como ellos mismos recuerdan: «No únicamente dirigidos a los inmigrantes».En unos pocos meses, ya se han abierto más de 60 expedientes sancionadores. La mayoría tienen que ver con las molestias por ruidos, ya que los problemas de carácter delictivo son remitidos a la policía.


El nuevo vecino que no respeta los turnos de limpieza de la escalera.El inquilino que cuece el pan en casa. El joven que pone la radio a todo volumen, y aun así no la oye. El vecino que hace bricolaje de madrugada o el que duerme de día, sin conseguirlo. Un matrimonio divorciado y enfrentado por el calendario de visitas de su hijo.Personas como éstas son las destinatarias del nuevo servicio de mediación comunitaria que ayuda a que conflictos vecinales de difícil solución se resuelvan con palabras. «Impulsamos el diálogo, les aportamos claves, tratamos de hacerles ver cómo está viviendo la otra parte el conflicto», explica el mediador Oscar Negredo. «Se trata de desencallar problemas a través de ordenar las piezas rotas, y que sean ellos los que hallen la solución», resume su compañera Emma de la Haba.

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