- ¿Cómo llega un sueco a vivir en Eibar? l

– Me encontré con la jefa en Estepona durante un viaje que realicé por Europa durante unos años. Me enamoré y vine para aquí.

– Un cambio importante ¿no?

– Obviamente. Ambas se parecen y no se parecen en nada. Al ser europeos todos tenemos en común la religión y la sociedad democrática, pero la forma de vida es totalmente distinta.

– ¿Qué es lo que más le llamó la atención?

– Lo primero en lo que me fijé era la cantidad de bares que hay y el ambiente de la calle. Toda la vida social se limita a la calle y los bares. Cuándo llegué, no se hacía vida en casa en compañía de amigos.

– ¿Tuvo dificultades para encontrar trabajo?

– No. Nada más llegar me ofrecieron trabajo de profesor y traductor. En alguna medida tuve más dificultades para hacer amistades. El tipo de amistad que se consigue en un bar no es la misma que se consigue discutiendo un tema alrededor de una mesa.

– ¿Qué es lo que más añora de su país?

– La naturaleza, el mar, los barcos y las fiestas que son distintas. Aquí el mar es para los pescadores y los montes están llenos de zarzas. En Suecia en cambio, el bosque es menos montañoso y más transitable.

– ¿Qué opina su familia de Suecia de Eibar?

– Les gustó el paisaje, pero no el tráfico , la densidad y la polución. Hace 19 años cuándo llegue me asustó que Eibar parecía una gran fábrica. No distinguía donde acababan las fábricas y empezaban las casas. Todas las viviendas eran de color marrón, negro o gris y me preguntaba si a la gente no le importaba lo estético. Afortunadamente eso ya ha cambiado. .

– ¿Los eibarreses somos racistas?

– Cuando llegué aquí me asustó la forma que se hablaba y las expresiones que había hacia los gitanos. Por aquél entonces casi no había inmigración. Aunque todavía no lo sepan porque no lo han vivido, los eibarreses son bastante racistas. Cuando llegue la inmigración será difícil.