Omar, un niño en el campo de refugiados

Desde la comodidad de nuestro entorno, a veces a niños y niñas les cuesta entender otras realidades. Conviene que desde pequeños sepan que no todos los peques nacen con las mismas ventajas

El Correo, ELENA SIERRA, 29-03-2021

Según los datos que maneja la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, a finales de 2019 había al menos 79,5 millones de personas en todo el mundo que se habían visto obligadas a huir de sus hogares a la fuerza (por la guerra y distintos tipos de violencia); de ellas, casi 26 millones son refugiadas, más de la mitad menores de 18 años. Hay cientos de miles viviendo en campos de refugiados, esos lugares que nacieron con vocación de ser estaciones de paso pero que, para muchas personas, se han convertido en parada obligatoria, estable. Hablar de números es hablar de números, por eso las distintas organizaciones que trabajan sobre el terreno intentan hacer llegar testimonios de lo que eso significa a quienes tenemos la suerte de no haber vivido semejante experiencia. ‘Cuando brillan las estrellas. Una historia inolvidable’ (Maeva young) es una novela gráfica que ayuda a entender de qué hablamos cuando hablamos de refugiados.

Omar Mohamed pasó 15 de sus años de infancia y adolescencia en el campo de Dadaab, en Kenia (más de 200.000 habitantes), adonde llegó con solo cuatro añitos siguiendo el éxodo de su pueblo desde Somalia. Su relato comienza entre las tiendas del campamento, decribiendo los problemas a los que un niño cuyo hermano menor tiene una discapacidad se enfrenta cada día. Si te roban la ropa, no va a ser fácil conseguir otra; la mayoría no tiene calzado. El hambre está presente casi todo el tiempo y para obtener agua hay que realizar un gran esfuerzo a diario. El calor te deja hecho un trapo día sí y día también. Y las horas pasan y pasan y pasan… y nada cambia. La espera, la eternidad de los momentos, es algo con lo que hay que aprender a vivir. Pero no es nada fácil: cualquiera puede desesperarse mientras imagina un futuro de puertas abiertas, reubicaciones, nuevas oportunidades… que nunca llega.

Al menos Omar y su hermano, Hassán, tienen a su madre adoptiva, una anciana que se hizo cargo de ellos. Su madre desapareció en algún momento al comienzo del viaje, en su padre apenas puede pensar (como se irá viendo, es doloroso hacerlo). Menos mal que un día le invitan a acudir a la escuela. No está muy convencido, porque ya casi en la adolescencia Omar no ha pisado jamás una clase, pero aceptar, y perder al miedo a meter la pata, y seguir esforzándose, será lo que finalmente le ayude a salir del campo y a construirse una vida, muy lejos, sin soltar nunca la mano de su hermano.

El que escribe es el que se salva, y eso se cumple con Omar Mohamed. Su empeño estudiantil le valió para un reasentamiento en Estados Unidos, la posibilidad de ir a la Universidad, de obtener un trabajo y poder formar una familia, todo esto en ese país de acogida en el que conoció a la dibujante Victoria Jamieson (la autora de ‘Preparada, lista…’, ‘Bienvenida a clase’ y ‘Sobre patines’, todas ellas publicadas por la misma editorial). Juntos han escrito ‘Cuando brillan las estrellas’, una explicación realista y pese a todo esperanzadora de la vida en los campos de refugiados como ese de Dadaab al que Mohamed vuelve de vez en cuando, ahora que puede moverse libremente, para ayudar a otros estudiantes con su organización Refugee Strong.

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