Edurne Portela: «Hay imágenes de Auschwitz, pero vacías de contenido y que se usan de comodín»
EDURNE PORTELA, COORDINADORA DEL PROGRAMA DE CONFERENCIAS 'MÁS ALLÁ DE AUSCHWITZ' La escritora vizcaína ha confeccionado el ciclo de encuentros del programa cultural que acompaña a la exposición del KM 'Seeing Auschwitz'
Diario Vasco, , 17-02-2021La escritora Edurne Portela (Santurtzi, 1974) considera que hay un «vaciamiento» de la noción de Auschwitz y que aunque «tenemos cuatro o cinco imágenes muy claras» de lo que fue el campo de exterminio nazi, «están vacías de contenido y se usan como un comodín para significar el horror». Portela se ha encargado de coordinar el programa de charlas y conferencias ‘Más allá de Auschwitz’ que desde mañana y hasta el próximo mes de junio acompañará a la exposición ‘Seeing Auschwitz’, organizada por el Departamento Foral de Cultura en el Koldo Mitxelena de Donostia.
– ¿Cuál fue su planteamiento a la hora de preparar este ciclo de conferencias, dentro del programa cultural ‘Más allá de Auschwitz’?
– El punto de partida era la exposición ‘Seeing Auschwitz’, reconociendo que Auschwitz es este evento incomparable y excepcional en sí mismo, pero al mismo tiempo queríamos repasar la violencia de masas que recorre el siglo XX y sus consecuencias hasta el presente. He tomado Auschwitz como punto culminante de violencia, pero que no es un principio ni un final. Hay otros tipos de violencia de masas que tienen un sustrato común, en la forma en la que se sistematiza, en cómo se teje la complicidad social y en cómo se convierten los conflictos militares entre ejércitos en conflictos civiles. La idea era ir más allá de esa experiencia única y relacionarla con otras violencias de masas.
– Persiste aún una gran confusión entre fenómenos diferentes, como el exterminio de los judíos y la deportación de los republicanos españoles.
– Queremos huir de eso, pero crear un marco comparativo es indispensable para que al menos haya un principio de aproximación a lo que fue Auschwitz, por supuesto, sin mezclarlo: no es lo mismo lo que pudieron pasar los deportados españoles en Mauthausen, por horrible que fuera, que la experiencia en Auschwitz-Birkenau, donde te enfrentas al exterminio masivo. No es una comparación cuantitativa.
«No es lo mismo lo que pasaron los deportados españoles en Mauthausen que el exterminio masivo»
«Los testimonios de víctimas son interesantes, incluso los ‘fallidos’ o los que intentan manipularte»
– El uso y abuso de las palabras, como sucede con el propio Auschwitz, ¿corre el riesgo de eviscerarlas de significado?
– Ese vaciamiento de la palabra obedece, por un lado, a la incapacidad de saber lo que realmente fue esa experiencia por mucho que nos acerquemos a ese horror. No lo acabamos de entender y por lo tanto, nos resulta cómodo o fácil recurrir a Auschwitz y utilizarlo como término comparativo con otros horrores. Y por otra parte, hemos consumido ciertas imágenes que ya tenemos muy asumidas –las montañas de cadáveres, los zapatos, el crematorio o los supervivientes esqueléticos con el pijama de rayas–. Tenemos cuatro o cinco imágenes muy claras de lo que se supone que fue Auschwitz, pero están vacías de contenido porque no tenemos suficiente conocimiento o porque la gente ni siquiera se molesta en comprender qué fue aquello y que se usan como un comodín para significar el horror.
– Caemos en ambigüedades cuando, por ejemplo, comparamos imágenes de filas de inmigrantes a su llegada a Europa con lo que sucedió en los años cuarenta…
– Lo que hacemos con esas comparaciones es recurrir al trabajo fácil. Apelamos al sentimiento y al melodrama porque pensamos que si comparamos esas imágenes con el horror nazi ya estamos haciendo una asociación inmediata que nos lleva a conmovernos o a horrorizarnos fácilmente. Si abordamos la política anti-inmigratoria de Europa podemos hablar de violencia de masas o de necropolítica, pero eso no es comparable con el sistema de exterminio que se creó en Auschwitz. Hay que mantener una disciplina del conocimiento, pero también de los afectos para no manipular una imagen simplemente porque es fácil.
– ¿Qué género le interesa más, el del estudio histórico o el de los testimonios?
– Compaginar los dos porque me parecen valiosos como entradas al pasado. Por una parte, el testimonio está sujeto a la subjetividad de la memoria, pero al mismo tiempo nos sumerge en la experiencia de una forma inmediata. Y me gusta completarlo con todo lo que tiene que ver con el archivo y las fuentes. La Historia me parece una disciplina relacionada con el estudio crítico del pasado pero también vinculada al entendimiento del presente.
– Los testimonios tienen su peligro, en cuanto a que pueden incurrir en fallos de memoria o incluso exageraciones, falsificaciones…
– Los testimonios son interesantes aunque sean ‘fallidos’ porque cuando ves que al autor le falla la memoria, intenta dirigirte emocionalmente o quiere llevar el texto hacia una comprensión del pasado sesgada por el rencor o la ideología, en esa manipulación también hay algo interesante porque ves cuál es su interés. Pero hay otros, como los de Primo Levi, Klüger o Delbo, que tienen una potencia narrativa tremenda y en los que se ve cómo actúa el trauma en el recuerdo. Su riqueza es enorme como testimonio histórico, pero también en la riqueza del lenguaje para hacer que lo inexpresable te llegue.
– En su opinión, ¿qué entraña más peligro? ¿El olvido, la desmemoria o la manipulación del pasado?
– El peligro del olvido radica en cuando es algo impuesto y eso lo vimos en España durante el franquismo, con unas consecuencias terribles para las víctimas. La manipulación de la memoria también tiene consecuencias negativas porque supone un atentado contra las víctimas y condiciona nuestro presente. Y finalmente están las conmemoraciones adscritas a un día concreto, algo a lo que se tiende mucho desde las instituciones, y en el que se pone una rosa en el monumento y se da un discurso. Si no van a acompañados de las políticas de la memoria, es decir del compromiso con la verdad histórica, con la justicia y con la reparación, son actos vacíos, no sirven para nada, salvo para aparentar que estamos haciendo las cosas bien.
– ¿Cómo le gustaría que repercutiera en este ciclo de encuentros en el público no especializado?
– Me gustaría que sirviera para comprender que ciertas formas de violencias de masas que se han dado en el siglo XX tienen un efecto en el presente. Y también que ayudara a la reflexión para tomar conciencia de las propias violencias que a veces ejercemos. Tendemos a pensar en los eventos violentos como episodios cerrados de la Historia, pero no somos conscientes de que hay una continuidad y de que las sociedades actuales vienen de ahí, aunque nos quede lejos. Han conformado nuestra forma de relacionarnos, de hacer política y de entender qué es y qué no es violencia.
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