ra tratar el racismo en España, Gonzo charló largo y tendido con el ex jugador de baloncesto Sitapha Savané y el jugador del Athletic Iñaki Williams. «Me siento negro y me siento vasco. No me molesta que me llamen negro, tengo muchos amigos que me llaman ‘beltza’ en plan cariñoso. Y no me ofende, me gusta. Depende del tono», comentó el futbolista cuando el presentador les contó que la Federación Inglesa de Fútbol sancionó al jugador uruguayo Edinson Cavani, del Manchester United, por haber felicitado en Instagram a un amigo cercano al que llamó ‘negrito’. «Para mí eso es frivolizar un debate muy serio», sentenció Savané.

Ambos invitados han sufrido en sus carnes los insultos racistas en diferentes canchas. La más sonada fue la que Williams padeció en Cornellá. «Eso pasa por falta de educación. A mí nunca me había pasado antes, tanto compañeros como rivales siempre me han tenido el máximo respeto. Había visto situaciones así en la tele, pero cuando lo vives en primera persona no es plato de buen gusto. Aunque si me tiene que pasar a mí para que la gente abra los ojos, lo asumo de la mejor manera posible», manifestó el deportista vizcaíno dejando claro que obtuvo el apoyo de sus compañeros. «Todos se volcaron. Iker Muniain, como capitán, me dijo que eso no se podía repetir y que si volvía a pasar estarían encantados de irse del campo conmigo», garantizó.

Uno de los momentos más tensos de la entrevista se vivió cuando Gonzo les puso un mitin de Santiago Abascal en Canarias donde arengaba a las masas en contra de los inmigrantes ilegales, asegurando que no son refugiados, «son invasores promovidos por las élites». «Si te dijera lo que realmente pienso me metería en un problema», ironizó Williams que reconoció que sus padres no habrían podido llegar a Bilbao si entonces hubiese mandado un presidente con esas ideas. «Espero y deseo que la gente no haga caso a semejante sandez», zanjó. Y su compañero de entrevista añadió: «En el caso de VOX les molesta tanto que sean negros como que sean pobres».

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M. C.

El delantero rojiblanco relató cómo se enteró del periplo de sus padres desde Ghana. «He crecido viendo imágenes de pateras en el Telediario y le preguntaba a mi ama si habían venido así», comenzaba. La madre negaba para evitar el dolor y cuando el chaval cumplió 18 años le explicaron la odisea. «Me dijeron que habían cruzado el desierto. Que fueron engañados y no sabían que iban a pasar esas penurias. Que enterraron a compañeros, que tuvieron que beberse su propia orina… Hasta que llegaron a Melilla y encontraron a una buena persona, un abogado, que les avisó de que si no decían que venían de un país en guerra los iban a deportar. Y rompieron sus documentos y dijeron que eran de Liberia. Así les dieron asilo político», narró el futbolista.

«Me ha tocado que me pongan contra la pared y me cacheen. Parecía que te paraban porque eras de barrio», relataba Williams sobre sus años mozos, antes de ser famoso. Aunque, tirando de humor, también tenía su lado bueno: «Cuando íbamos a pedir el aguinaldo por Navidades, todos querían venir conmigo porque el negrito les daba más pena a las señoras y nos daban más premio», bromeó.