Debemos borrar muchos tópicos

HASSAN ARABI / Asoc. Solidaria Integración Sociolaboral del Inmigrante

La Razón, 26-06-2006

Yo soy inmigrante marroquí. Vine a estudiar y me quedé para siempre, con
lo cual soy uno de los inmigrantes de lujo. Hablar de la inmigración
marroquí es hablar de la primera inmigración que llega a España. Antes del
ingreso de España en la Unión Europea, en los años 70, principios de los
80, en España había inmigrantes que no estaban regularizados con tarjeta
de residencia, pero había bolsas de inmigrantes en distintas partes del
país, sobre todo en la zona fronteriza con Francia a la espera de cruzar
al mundo maravilloso que entonces empezaba en los Pirineos. A partir del
86 esta bolsa itinerante de inmigrantes empieza a focalizarse en la
Península buscando trabajo y a partir del año 90, con la primera
regularización, empiezan a aparecer inmigrantes sedentarios.
   Mala imagen. Hablar del colectivo musulmán es hablar del colectivo
marroquí. Los marroquíes representan el 90 por ciento de los musulmanes en
España. Esta inmigración ha empezado a tener problemas, todos sabemos lo
que es la imagen del moro en España. No es la misma que la del tailandés o
la de alguien que viene de un país lejano. Su imagen está rodeada de
tópicos. Ése es uno de los grandes retos al que nos enfrentamos, borrar
todos esos tópicos. A veces es difícil ya que algunos de esos inmigrantes
que se instalan aquí no poseen un nivel cultural muy alto, proceden del
mundo rural, vienen a trabajar, no conocen el idioma y eso hace que se
intensifiquen esos tópicos. Esta imagen deteriorada, a partir de los
lamentables sucesos del 11 – S, el 11 – M y los atentados de Londres, ha
empeorado. Por ello el gran reto de la inmigración marroquí es lavar su
imagen. No es tarea fácil, pero creo que son dos tareas enlazadas. El reto
de mejorar la percepción que se tiene de ellos y el reto de demostrar a la
gente que son cívicos y que la mayoría viene a trabajar y a buscarse un
futuro. Están enlazados porque este segundo reto es el que puede llevarnos
a lograr el segundo. Por ello, deberían organizarse en movimientos
asociativos cívicos ya que si trabajan en conjunto, llevan a cabo
actividades culturales, y colaboran con las administraciones públicas y
privadas, demuestran lo que son, personas normales. Por ello, estos
movimientos asociativos son un instrumento que ayudarían a lavar esa
imagen.
   Otro problema son las asociaciones religiosas, a las que
algunas administraciones encomiendan la tarea de la integración de los
inmigrantes, utilizando las mezquitas como modelo para la integración de
los ciudadanos que llegan a España. Se trata de un asunto preocupante, ya
que hay que separar lo que es trabajar para el culto y lo que es trabajar
para la sociedad civil dentro de unos valores universales como son el
respeto y la tolerancia. Otro reto de gran alcance es formar un «lobby» de
intelectuales marroquíes en España, circunstancia que ya se ha dado en
otros países. Para que se pueda llevar a cabo este proyecto las
administraciones deben involucrarse. Sin su ayuda y su tutoría no se puede
realizar. En este sentido también es necesaria la colaboración de los
agentes sociales.
   También nos enfrentamos a otro problema: algunas
asociaciones culturales las dirigen personas que no poseen cultura
suficiente para manejarlas. Buscan únicamente las subvenciones, y por ello
la formación de los agentes sociales es también fundamental en este
aspecto.
   

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