En materia de inmigración hay una tendencia creciente a que las
competencias de la UE sean mayores, aunque esas competencias siempre están
ligadas a lo que fue en su momento la creación del mercado interior y por
tanto a la eliminación de las fronteras interiores y a la circulación de
personas en el ámbito intracomunitario. Por tanto, tienen que ver con un
asunto de una frontera exterior, que es la que tiene la UE con el mundo.
La primera de las competencias es el control de las fronteras exteriores.
Quiero destacar en este punto el plan para la gestión coordinada e
integrada de fronteras exteriores. Es un plan que lleva en marcha
aproximadamente cuatro años y que tiene la perspectiva de trasladar el
control de la inmigración fuera de las fronteras de la UE. Una de las
medidas más importantes en este plan para el control de las fronteras es
que las operaciones se realicen conjuntamente entre los efectivos
policiales de la UE y de los de terceros países. La segunda competencia
que tiene es la normativa de visados. Es la unión la que tiene la
competencia para establecer qué países necesitan un visado para entrar en
Europa. La tercera competencia es la responsabilidad de los
transportistas. Hay una directiva de 2004 que establece que las empresas
de transporte son también responsables del control de la inmigración. Es
decir, que deben ser acreedoras de los billetes, de las vueltas, e
informar a las autoridades de la inmigración ilegal que se puede generar.
Pero probablemente la competencia más importante que tiene la UE es su
acción exterior, que abarca todas las relaciones de la Unión fuera de la
comunidad y que cada vez ha pretendido en mayor medida integrar los
asuntos relativos a las migraciones. Por último, en la UE creo que no se
han vendido las acciones de integración de la forma correcta. Sí se ha
trabajado mucho en los temas de integración en un ámbito supranacional,
pero hasta que eso llega a los ayuntamientos hay un larguísimo recorrido.