Un extranjero en la familia

Una de cada siete bodas que se celebran en España tiene al menos un cónyuge de otro país y una de cada diez es una pareja mixta

El Correo, 26-06-2006

Más de 22.000 familias españolas vivieron el año pasado su particular versión de ‘Adivina quién viene esta noche’ cuando alguno de sus vástagos contrajo matrimonio con una persona nacida en otro país y con frecuencia de otra raza, lengua o religión. Los matrimonios mixtos suponen ya el 10,5% de los que se celebran en España y si a ellos se suman los contraídos por dos cónyuges extranjeros el porcentaje asciende hasta el 14,1. Diez años antes, el índice de uniones en las que al menos un contrayente era foráneo apenas alcanzaba el 4,5%. El mestizaje se hace realidad en el altar y el juzgado, y la sociedad española camina a buen paso hacia esa mezcla de razas, tradiciones y lenguas. En algunas zonas, a paso más que ligero: en Baleares, Canarias, Madrid, Cataluña y La Rioja, además de Ceuta y Melilla, había un cónyuge extranjero en al menos una de cada cinco bodas celebradas en 2005.

El reparto de las bodas mixtas es muy desigual: Melilla multiplica por diez la tasa de Extremadura, pero también dentro de una misma comunidad autónoma hay diferencias, porque Álava se acerca a la media nacional, con 12,6%, mientras Vizcaya está en la parte baja de la tabla, con 9,1. En Cataluña hay también mucha diferencia entre Barcelona (17,9%) y Gerona (23,1%). La razón de esas variaciones no es tanto la mayor o menor presencia de inmigrantes como el tiempo que llevan aquí, el carácter endogámico de algunos de estos colectivos y la imagen que de ellos tienen los nativos. Así, por ejemplo, Andalucía ha recibido porcentualmente muchos más inmigrantes que el País Vasco, pero su tasa de matrimonios mixtos es inferior. «No se trata sólo de que haya extranjeros que proceden de países con una gran tradición endogámica, y los africanos lo son», explica Trinidad Vicente, profesora de la Universidad de Deusto y estudiosa del fenómeno de la inmigración. «También hay que ver el asunto desde el otro lado, y las encuestas nos dicen que esos inmigrantes se encuentran entre los colectivos por los que sentimos más rechazo, así que es menos probable que nos casemos con ellos», concluye.

Entre los grupos endogámicos, destacan los que proceden de Asia: los chinos tienden a casarse entre ellos, los filipinos también. Se trata, explican los especialistas, de inmigrantes que vinculan en gran medida la familia a su medio de vida – muchas veces relacionado con el comercio y la hostelería – , de manera que tienden a casarse dentro de su propia comunidad para garantizar la continuidad del mismo. Entre los más propicios a mezclarse están algunos latinoamericanos, en especial brasileños, venezolanos y colombianos, aunque por contra bolivianos y ecuatorianos son hoy por hoy bastante endogámicos, quizá porque su llegada masiva a España es aún muy reciente.

Estas tendencias y la búsqueda de rasgos diferentes en las personas con las que desean emparejarse explican que los españoles que se casan con extranjeras prefieran a las latinoamericanas, además de rusas y marroquíes, mientras las españolas se fijan en varones procedentes de un área geográfica mucho más amplia, que incluye Marruecos y Nigeria, algunos países sudamericanos y también Italia, Reino Unido, Francia y Alemania.

Exotismo y tópicos

«Los hombres son más propensos a buscar lo exótico», comenta Dan Rodríguez García, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona y autor de un estudio sobre los matrimonios de inmigrantes en Cataluña. «Tengo la impresión, aunque no hay datos estadísticos de ello – añade – de que en no pocos casos se trata de varones de cierta edad que se casan con mujeres mucho más jóvenes». Además, entran en juego los estereotipos, porque esos varones, explica Trinidad Vicente, «buscan con frecuencia mujeres con fama de dulces y cariñosas, algo que suelen encontrar en las latinoamericanas».

En no pocos casos surge la sospecha de si se está ante un matrimonio de conveniencia. En 2005, los jueces se negaron a casar a 259 parejas porque llegaron a la conclusión de que era un trámite para conseguir un permiso de residencia o la nacionalidad española, según el Ministerio de Justicia. Con la afluencia masiva de inmigrantes, explican fuentes de ese departamento, la norma no ha cambiado, pero sí se han cursado instrucciones para que se preste más atención cuando existan indicios razonables de que lo que puede estar detrás de un expediente matrimonial no es precisamente el deseo de emprender una vida en común.

Una vez que el matrimonio es una realidad, la convivencia presenta algunas peculiaridades quepueden hacerlo problemático. «El idioma puede ser un obstáculo mayor que la religión», dice Rodríguez García, para quien el hecho de que los dos cónyuges no hablen con total fluidez una misma lengua introduce un elemento de distancia, que se hace más evidente aún en las relaciones con la familia política. Pero lo que más influye a la hora de crear dificultades a la convivencia es tener valores diferentes que se plasman en actitudes a veces difíciles de asimilar por la pareja. Dan Rodríguez ha detectado, a partir del estudio de numerosas parejas mixtas, que los varones españoles suelen ver con desconfianza la gestualidad más abierta y expresiva de sus esposas latinoamericanas.

Parece haber, en cambio, menos diferencia en cuanto a los roles que unos y otros desempeñan dentro de la pareja, porque aunque se trate de cónyuges de distinta nacionalidad suelen ser en cambio de similar posición social. Los investigadores de la inmigración han constatado que cuando un español – varón o mujer – se casa con un extranjero suele hacerlo con alguien de su entorno laboral o social o a quien ha conocido durante los estudios. Eso hace que, aunque provengan de tradiciones distintas, su visión de la vida tenga suficientes puntos en común. «Al fin y al cabo, comenta Dan Rodríguez, sucede lo mismo que entre los nacionales», que también suelen hallar pareja en su entorno. Y en ese entorno habrá cada vez más inmigrantes. Por eso, a medio plazo, el 30% de bodas con algún cónyuge extranjero que se da en Baleares o el 25% de Canarias pueden convertirse en la norma de cualquier rincón de España. La sorpresa de Spencer Tracy y Katharine Hepburn estará en España en breve fuera de lugar.

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