Trump urde desde Mar-a-Lago su proyecto para crear el partido patriótico

El expresidente dispone de un fondo de 150 millones para usos políticos que pueden ayudarle en su retorno

Diario Sur, CAROLINE CONEJERO, 22-01-2021

nueva york. En su mensaje de despedida como presidente, que revelaba tonos de revancha aplazada propios del final de una película de terror, Trump anunció solemnemente al mundo que volverá. «El movimiento que comenzamos apenas ha empezado», señaló con inflexión mesiánica a sus incondicionales, «nunca ha habido nada igual», decretó. «Salgo de este majestuoso lugar con el corazón leal y jovial, y el espíritu optimista, y con la suprema confianza de que, para nuestro país y para nuestros hijos, lo mejor está aun por llegar», declaró parafraseando un poco a Sinatra.

El mensaje, codificado para su audiencia de incondicionales políticos y los millones de seguidores a través del país, apunta a que Trump no se resignará a la vida de ciudadano privado después de dejar la Casa Blanca. Si las especulaciones sobre el futuro de Trump después de Trump necesitaban alguna evidencia nuevas revelaciones sobre sus últimas gestiones indican que el expresidente ya prepara su retorno al escenario de la vida política. Desde su incitación al intento de golpe en el Capitolio, Trump ha venido entreteniendo la idea de formar un nuevo partido político que se llamaría Partido Patriota.

Según fuentes cercanas, ha discutido la idea con varios asesores e íntimos y, aunque los detalles del nuevo partido son vagos y requerirán mucho esfuerzo, – ya que de seguro enfrentará la resistencia del propio partido republicano – , dinero no le falta.

A pesar de las duras críticas por parte de muchos republicanos que lo abandonaron tras la incitación a la violencia, y de la segunda sesión de ‘impeachment’ que se va a vivir en el Congreso, el expresidente tiene un sólido seguimiento político y ciudadano que planea explotar.

La realidad es que Trump sigue siendo popular entre los republicanos para quienes, a pesar de haber perdido las elecciones, en 2020 obtuvo 10 millones de votos más que en 2016, un récord electoral histórico para un candidato republicano en una elección presidencial.

Su robusta base de partidarios que han defendido la campaña de fraude electoral sin ofrecer ninguna evidencia, objetaron la certificación de los resultados electorales incluso después del violento asalto al Congreso, y continúan dando muestras del obstruccionismo por venir en las audiencias de confirmación del gabinete del presidente Joe Biden.

No por nada, cuatro años en política le han sido muy rentables a Trump y a su familia, que han hecho negocio con el Gobierno y han sabido monetizar las donaciones políticas. Desde que perdió las elecciones el 3 de noviembre, Trump ha recaudado 250 millones de dólares, que, tras pagar las deudas de su campaña presidencial, 100 millones, le dejan con una caja de 150 millones.

Como se trata de un PAC – Comité de Acción Política – , el dinero solo puede ser utilizado para fines políticos, pero eso no le impide usarlo para pagarse a sí mismo y a su familia, y canalizar gastos en dirección a sus negocios.

En estos cuatro años de presidencia Trump ha descubierto que la política no solo es un negocio extremadamente rentable, sino que la ‘política del odio’ es una extraordinaria fuente de ingresos con poderosos donantes políticos como el influyente matrimonio Mercer y muchos otros millonarios con voluntad política.

Un nuevo partido político seria la plataforma ideal para ayudar a Trump a seguir ejerciendo influencia después de su presidencia, y poder echar mano a la caja del PAC. Además, la creación de un nuevo partido le proveería de una plataforma de difusión pública, que, tras la cancelación de sus cuentas en las redes sociales, necesita desesperadamente.

El ex comandante en jefe dos veces imputado con cargos de destitución se ha movilizado ya realizando llamadas telefónicas a sus legisladores republicanos acólitos para averiguar su intención de voto en su segundo proceso de ‘impeachment’. Este, en caso de resolverse en su contra, le imposibilitaría ocupar el cargo de la presidencia nunca más.

Todavía en la Casa Blanca el día antes de salir, Trump criticaba la ceremonia inaugural de Joe Biden adelantando que «sería muy aburrida» y que probablemente Biden tartamudearía y no sería capaz de terminar su discurso. Aún comandante en jefe en su última hora, siguió con obsesión las noticias de la investidura desde el avión presidencial que aterrizó en Florida.

Pocas horas después, el nuevo presidente deshacía a golpe de firma ejecutiva en el Despacho Oval mucho del legado de Trump en inmigración, racismo y aislacionismo, una anulación que apenas acaba de empezar.

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