Crítica de 'Más allá de las palabras' (2017): El inmigrante
El Correo, , 18-01-2021Alto y rubio, de facciones amables, y enfundado en un traje de corte elegante que podría llevar la etiqueta de una conocida marca germana. Nada delata la procedencia del protagonista del cuarto largometraje de Urszula Antoniak, ni se intuye que oculta su origen bajo un perfecto acento alemán, y sin embargo su fachada comienza a resquebrajarse durante una entrevista preliminar con un africano solicitante de asilo que le pone frente al espejo de sus conflictos de identidad.
El blanco y negro de la magen subraya el juego de contrastes con lo que le rodea, y sumerge el relato en un magma abstracto de reflexiones y diálogos profundos que se dispara cuando aparece en escena el padre de Michael, un inmigrante que le empujará a una reconciliación forzosa con la memoria de su infancia en Polonia. Es el segmento más árido de una narración que bordea temas como el síndrome del inmigrante y la (auto)aceptación de una sexualidad que es percibida como problemática en un entorno laboral donde el poder se expresa a través de la distancia. Mejor cuanto más se aleja de los discursos afectados y las metáforas con las que trata de expresar la angustia del protagonista, Antoniak consigue cerrar el círculo abierto en el prólogo con una última escena que resuelve de forma satisfactoria una trama espesa y a menudo errática.
MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS
Países Bajos. 2017. 85 m. Drama.
Directora:
Urszula Antoniak.
Intérpretes:
Jakub Gierszal, Andrzej Chyra.
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