El apoyo emocional, el salvavidas de los inmigrantes que llegan a Canarias

Sonia Sosa, trabajadora social, trabaja desde hace un año con mujeres , hombres y niños migrantes en Tenerife: "Son las personas las que cuidan a las personas que llegan en patera, no las instituciones"

El Diario, Andrea Domínguez Torres, 31-12-2020

Cuando una persona llega a las costas canarias lo primero que encuentra son personas, no instituciones. Así lo afirma Sonia Sosa, una joven trabajadora social especializada a la atención de inmigrantes en Tenerife. “Somos personas las que les ayudamos a salir de una embarcación en la que han pasado días, quienes ofrecemos un poco de calor o los recursos básicos tras el viaje”, defiende. “La administración viene después, y puede ayudar o no”, aclara.

Sonia Sosa lleva un año dedicándose a la atención de este colectivo. Aunque desde hace cinco años sabía que quería pasar su vida ayudando a otras personas, durante la carrera no se planteó la posibilidad de ejercer con inmigrantes , “me llamaban más la atención otros colectivos”, confiensa. Ahora, tras 365 días dedicada a esta labor, revela que “como su primer trabajo, ha sido una experiencia magnífica”.

La tinerfeña trabaja en un centro de Santa Cruz de Tenerife, y desde abril ha percibido un incremento en el volumen de usuarios. La profesional destaca también la variación de los perfiles. Al principio, trabajaba más con mujeres . Ahora, la mayoría son hombres. El origen de las personas también ha cambiado. Las primeras personas a las que atendió Sosa eran principalmente de Costa de Marfil. A partir de julio, la trabajadora social ha detectado un aumento en las llegadas de senegaleses y gambianos. Una transformación que vincula a la crisis económica provocada por la pandemia y al parón en la pesca por la intervención de pescadores extranjeros.

El bloqueo cambia los planes en su ruta

Tener algo más. Este es el motivo por el que muchos migrantes deciden arriesgarse a subir en un cayuco o una patera. Sonia Sosa afirma que la mayoría de las personas que reciben acogida temporal en su recurso persiguen “una mejor calidad de vida”. “No hay ninguna persona que venga que no te diga que lo que quiere hacer en Europa es ayudar a su familia en su país de origen".

La barrera idiomática es uno de los obstáculos con los que se cruzan al llegar a España. Este es uno de los motivos por los que quedarse en Canarias o desplazarse al resto del territorio nacional no entra en los planes de futuro de los migrantes en un primer momento. Sosa destaca el valor que tiene Francia para las personas que se encauzan en la ruta canaria. “La mayoría de los países del norte del África subsahariana hablan francés”, asevera.

Pero el bloqueo impuesto por el Ejecutivo central hace que muchas personas cambien sus planes iniciales. El Ministerio del Interior no favorece las derivaciones ni permite desde hace algunas semanas los viajes de quienes intentan reunirse con sus familias por su cuenta. Por ello, se plantean quedarse en Canarias o, en caso de llegar a la Península, en España, ante la imposibilidad de desplazarse a otros países.

Detección de víctimas de trata

La labor de una trabajadora social con las mujeres migrantes es mucho más “intensa, extensa y global” que con los hombres. Entre los propósitos de su labor figura la identificación de posibles víctimas de trata. Esto “no significa que a los hombres no se les haga un trabajo intenso”, pero el trabajo con las mujeres más profundo porque en el continente africano son más perseguidas. La mutilación genital, el matrimonio forzado y “un millón de ítems que afectan a la mujer y no al hombre” hacen que el trabajo sea más continuado con ellas. Sonia Sosa apostilla que “la empatía entre mujeres es más sencilla”, por lo que es más fácil para ella realizar su trabajo. Sin embargo, narra que no es cosa de un día. Más bien es un proceso de “consulta tras consulta”, para conocer qué realidad hay detrás de cada persona.

En su centro, los hombres abandonan el recurso más rápido. En el caso de las mujeres , influye que tengan o no niños. Cuando los tiene, “es más difícil que puedan salir”.

Los menores migrantes

“Maravilloso”. Así describe Sonia Sosa su día a día con los menores migrantes. “Son vida. Cuando ves que, el primer día, un niño que ha pasado por tanto te sonríe, te alegra la vida”. La trabajadora social los califica como “unos guerreros brutales”. También como ciudadanos constantes que quieren luchar por conocer la cultura de España, por aprender su idioma.

Para definir este año trabajando con personas migrantes, Sonia utiliza dos palabras: “superación y admiración”. También resalta el valor de detalles como llegar a los demás y “que sepan que estás ahí”, las caricias, una sonrisa sin más o confiar a ciegas. “Me han puesto su vida en mis oídos, sobre la mesa, sobre mis ojos, sin conocerme de nada”. Eso es para ella “lo más bonito”. Después de sobrevivir a travesías de días enteros en el mar, Sosa afirma que al llegar a España “han pasado lo más doloroso, pero no lo más difícil”.

Una trabajadora social que ha atendido a las personas migrantes en el año con más llegadas de embarcaciones desde la crisis de los cayucos de 2006 defiende que “lo único que necesitan es apoyo emocional o de contacto”. “Saber que estamos ahí”. Cuando abandonan el lugar, para despedirse de ellos, el equipo del recurso en el que trabaja Sonia pronuncia la frase “feliz vida”.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)