Que Barcelona se ha convertido en un referente de los grupos urbanos de cultura alternatica es un hecho incontrovertible. El éxito de las convocatorias antiglobalización así lo atestigua y han situado a la capital catalana en el mapa de las ciudades occidentales con más conciencia social y solidaria. Sin embargo, al calor de las culturas alternativas y de los nuevos movimientos sociales se vienen colando e instalando en la ciudad algunos colectivos que nada tienen que ver con esas nuevas tendencias sociales.Son los grupos antisistema que hacen su agosto desluciendo casi todas las movilizaciones convocadas por intelectuales contrarios a los efectos adversos de la mundialización de la economía y por grupos de jóvenes militantes de los movimientos contra la pobreza y contra los abusos de las multinacionales. Ayer, una convocatoria antisistema acabó con 57 detenidos. Lo de menos es que la excusa fuera reivindicar el derecho de los inmigrantes sin papeles a permanecer en el país. El asalto al nuevo centro de internamiento de extranjeros de la Zona Franca, en construcción, tenía por objeto ofrecer a los antisistema radicales la posibilidad de presumir de un nuevo enfrentamiento con la policía. Un triste y cada vez más frecuente motivo.